01/10/2015 Opinió

El lugar del hombre en los ecosistemas

Investigador/a sénior

Jaume Terradas Serra

Nacido en Barcelona, ​​1943. Es catedrático honorario de Ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona, ​​después de haber sido catedrático emérito. Organizó el primer equipo de investigación sobre ecosistemas terrestres
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Los ecólogos hemos hablado y escrito mucho acerca de cómo la actividad humana altera los ecosistemas o las condiciones de vida a nivel local o planetario. También solemos tener claro que la persistente separación entre sociedad humana y naturaleza debería superarse, ya que los humanos somos parte de la naturaleza. Sin embargo, curiosamente, no hemos trabajado tanto en aclarar qué lugar ocupamos o qué papel desempeñamos en ella.

Bath In The Light. Martin Gommel
Bath In The Light. Martin Gommel (CC BY-NC-ND 2.0)

Es decir, dónde nos situamos dentro del entramado de flujos materiales y energéticos de los ecosistemas. He criticado en otras publicaciones que las representaciones clásicas de las pirámides tróficas para explicar los flujos energéticos dieran la imagen de un sistema "dominado" por un super-depredador, como un águila, un león o una orca, ignorando los organismos o grupos que se alimentan de varios niveles tróficos, como sería el caso de conjuntos de especies de hormigas o de nuestra propia especie (Terradas 2006, Terradas y Peñuelas 2012). La sociabilidad y la inteligencia tienen mucha relación con la adaptación a emplear muchos tipos diferentes de alimentos. Y son también características que ayudan a convertirse en dominantes en los ecosistemas: las hormigas (grupo de especies) pueden representar la mitad de la biomasa animal en una selva lluviosa y los humanos somos la especie que más transforma su entorno y trata de estructurarlo en función de sus necesidades (ciertamente, a veces rebasando los umbrales de riesgo de colapso del sistema). Hoy, las pirámides tróficas permanecen en libros de texto de bachillerato pasados de moda y se habla más de redes tróficas, pero pocas veces se estudian redes tróficas que incluyan el hombre. Esto tiene mucho que ver con la complejidad añadida que representa nuestra organización social en la cuantificación de flujos que se derivan hacia nosotros.

Hoy, las pirámides tróficas permanecen en libros de texto de bachillerato pasados de moda y se habla más de redes tróficas, pero pocas veces se estudian redes tróficas que incluyan el hombre.

Viene esta reflexión a propósito de la publicación en Science de un artículo de Darimont y otros sobre el comportamiento único del hombre como depredador. Los autores dicen explícitamente que "los paradigmas de la explotación sostenible ponen el foco en la dinámica de poblaciones de las presas y en los rendimientos para la humanidad, pero ignoran el comportamiento de los humanos como depredadores. La idea esencial es que, a diferencia de los otros depredadores, los humanos matan presas adultas (y sanas, yo añadiría) en proporciones mucho más elevadas que cualquier otro depredador (unas 14 veces más), y la conclusión es que somos super-depredadores insostenibles que seguirán alterando los procesos ecológicos y evolutivos globalmente a menos que los gestores constriñan este comportamiento en aspectos culturales, económicos e institucionales. Los autores se pronuncian en una línea que últimamente se empieza a ver como muy digna de explorar. La explotación sostenible no se debe focalizar en los rendimientos para los humanos, sino en emular el comportamiento de otros depredadores. Se trata de la misma línea que hemos defendido en una revisión reciente (Basnou et al 2015) y que se está empezando a desarrollar desde la European Environmental Agency (2015) en algunos tipos de gestión del territorio: sustituir la aproximación vía servicios ecosistémicos (un concepto antropocéntrico "para explicar a los economistas", que trata de cuantificar el "valor" económico para nosotros de los sistemas de soporte de vida) por la noción de la gestión basada en el funcionamiento de los ecosistemas (el concepto de infraestructura verde puede llegar a los economistas con menos riesgo que el de servicios ecosistémicos), gestión que demanda una elevada comprensión ecológica de este funcionamiento y, por supuesto, del lugar y el comportamiento de los humanos en el seno de los ecosistemas.

Basnou C, J Pino, J Terradas. 2015. Ecosystem services provided by green infrastructure in the urban environment. CAB Reviews Perspectives in Agriculture Veterinary Science Nutrition and Natural Resources 10(0004). DOI:10.1079/PAVSNNR201510004

Darimont CT, CH Fox, HM Bryan, TE Reimchen. T 2015. The unique ecology of human predatos. Science 349: 858-860.

EEA, ETC/ULS (2015). Exploring nature-based solutions: The role of green infrastructure in mitigating the impacts of weather- and climate change-related natural hazards. ESA Technical Report 12/2015,Publications Office of the European Union, Luxemburg, 61 pp.

Terradas J. 2006. Biografia del Món. Ed. Columna, Barcelona, 499 pp.

Terradas, J, J Peñuelas. 2012. Misleading ideas about top-down and bottom-up control in communities and the role of omnivores. Polish J. Ecol. 59, 4: 849-850.

 

 

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