14/09/2016 Notícia

Las sequías acumuladas desde diciembre pasan factura a los bosques catalanes

Responsable de comunicación social

Verónica Couto Antelo

Técnica de Comunicación del CREAF desde 2016. Apasionada del mundo natural y su divulgación. Bióloga (UB), máster en comunicación científica (BSM-UPF) y estudiante Humanidades (UOC).
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El otoño es la estación del año que rápidamente identificamos con el color rojizo de los árboles y el «crec-crec» de las hojas caídas. Aunque todavía es verano, muchos observadores y especialistas alertan de que algunos bosques de Cataluña ya han comenzado a perder la hoja.

La investigadora del CREAF Mireia Banqué estudia el estado de salud de los bosques del Maresme. Autor: José Luis Ordóñez (CREAF).
La investigadora del CREAF Mireia Banqué estudia el estado de salud de los bosques del Maresme. Autor: José Luis Ordóñez (CREAF).

Este mes de septiembre se puede observar que los bosques de muchas comarcas no se encuentran en un buen estado de salud debido a la sequía acumulada desde el invierno pasado y agravada durante el verano. Los ecólogos del CREAF que trabajan en la xarxa DeBosCat prevén que las afectaciones de este año serán como mínimo tan graves como las de 2012, que hasta ahora había sido el peor año registrado desde que comenzó el proyecto DeBosCat en 2010.

Los científicos del CREAF y el cuerpo de Agentes Rurales de la Generalitat de Cataluña han retomado este septiembre el seguimiento anual del estado de salud de los bosques de Cataluña, en el marco del proyecto DeBosCat. Una vez finalice, se realizará un informe que valorará qué bosques presentan estos efectos de la sequía. «Prevemos que en algunas zonas habrá una afectación importante, pero parece que los bosques de comarcas como La Garrotxa y el Alt Empordà, que en otras ocasiones salieron malparados, este año no presentan problemas» tranquiliza Mireia Banqué, investigadora del CREAF.

Muchos de los pinos piñoneros afectados en el Maresme por las succesivas sequías han muerto. Autor: José Luis Ordóñez (CREAF).
Muchos de los pinos piñoneros afectados en el Maresme por las succesivas sequías han muerto. Autor: José Luis Ordóñez (CREAF).

Los efectos de la sequía aparecen antes en bosques de roble y haya

«La sequía tiene unos efectos más inmediatos en los árboles de hoja plana. Especies como el roble o el haya avanzan su estrategia de perder la hoja y evitan la falta severa de agua» explica Banqué.

Algunos robledales de la comarca de Osona ya han tomado la coloración marrón, así como determinadas regiones de haya de la Alta Ribagorça, Berguedà y el Montseny donde, incluso, habían perdido parte de la hoja en agosto. Estas zonas ya sufrieron un episodio de estrés hídrico severo en 2012.

Globalmente no hay que alarmarse: el adelanto de la pérdida de hojas hace que el período de crecimiento del árbol sea menor, pero no implica una muerte directa del individuo. Una vez llegue la primavera, si las condiciones son buenas, los árboles afectados rebrotaran y el verde cubrirá de nuevo los bosques.

Faig (Fagus sylvatica) con las hojas completamente secas en la parte superior. Autora: Mireia Banqué (CREAF).
Faig (Fagus sylvatica) con las hojas completamente secas en la parte superior. Autora: Mireia Banqué (CREAF).

La acumulación de períodos secos repercute en el estado de los pinos, incluso años después

Los pinos no renuevan todo el follaje cada año, por lo tanto tienen que sobrevivir a la sequía de otro modo: resistiéndola. Algunas especies como el pino piñonero están adaptadas a climas secos y los efectos de la falta de agua no aparecen de inmediato, pero sí que se van acumulando y pueden manifestarse a largo plazo. Además, a medida que el pino sufre estos períodos desfavorables, se va debilitando y puede morir por otras causas. «Creemos que en el Maresme la muerte actual de pinos no se debe sólo a las sequías presentes, sino que ha sido un cúmulo de factores. Como los árboles están debilitados por la falta de agua, hongos y algunos insectos perforadores han aprovechado y los han infectado» declara Banqué desde el CREAF. Ahora queda esperar los resultados de la campaña DeBosCat a mediados de octubre que confirmen todas estas sospechas.

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