17/04/2015 Noticia

Entrevista a Jordi Martínez, Premio ICREA Academia 2014

Investigador/a asociado/a

Constantí Stefanescu

Después de una etapa en el campo de la oceanografía, mi actividad investigadora se ha centrado en el estudio de la ecología y conservación de las mariposas diurnas. Desde 1994
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Jordi Martínez es Doctor en Ciencias Ambientales (UAB, 2001), investigador del CREAF, profesor agregado en la UAB e investigador honorario de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido). Jordi estudia cómo funcionan los bosques, qué estructura tienen y cómo responden a los efectos del cambio climático. El pasado febrero, la Institució Catalana d'Investigació i Estudis Avançats le otorgó uno de los Premios ICREA Academia como reconocimiento de su talento investigador y su trayectoria científica. Durante los cinco años de duración del programa, Martínez-Vilalta se dedicará más intensamente a la investigación y podrá ampliar sus líneas de trabajo.

Jordi Martínez
Jordi Martínez, Premio ICREA Acadèmia 2014.

¿Qué significa para ti ser uno de los galardonados?

Para mí fue una alegría muy grande ya que este reconocimiento me permitirá dedicarme más a la investigación y eso ahora mismo me parece positivo. No dejaré de lado la docencia, que también me gusta, pero le reduciré la dedicación. Al tener muchos proyectos a desarrollar es complicado compaginar las dos cosas con la misma intensidad, básicamente por falta de tiempo.

¿Cuáles serán tus objetivos en la investigación durante estos cinco años del Programa ICREA?

En concreto me gustaría identificar los factores que determinan la respuesta de las especies de árbol más comunes en el Mediterráneo con los cambios en el clima. Con esta información podremos ayudar a predecir qué pasará en cada escenario de cambio climático y por cada una de las especies: robles, encinas, hayas, pino silvestre, pino blanco, entre otros.

Actualmente no sabemos cómo serán nuestros bosques en el futuro. En última instancia el clima es lo que hace que haya un tipo de bosque u otro en un territorio y como este clima está cambiado de forma global y acelerada debemos suponer que los bosques también lo harán. Pero nos podemos encontrar que los bosques cambien totalmente su composición y, en cambio, mantengan su función (por ejemplo, la capacidad de captar dióxido de carbono).

Debemos asumir que los bosques siempre han ido cambiando y que ahora, por ejemplo, tenemos mucha más superficie forestal que cien años atrás.

¿Qué te llevó a especializarte en el estudio de los bosques y de las perturbaciones que les afectan?

Siempre me ha apasionado la ecología en general y entender el funcionamiento de los bosques en particular. De hecho, ya colaboraba con proyectos de investigación desde que cursaba tercero de carrera, mucho antes de hacer la tesis. Empecé a una escala de detalle más pequeña, estudiando el transporte del agua en las plantas. Después de estar unos años en Escocia fui ampliando la escala de trabajo, pasando del árbol en el bosque y el paisaje. Como la sequía está muy relacionada con el agua y su transporte en las plantas pienso que, en cierto modo, he ido manteniendo la esencia de mis primeros trabajos.

En uno de tus trabajos publicado en la revista Nature se habla de que la sequía provoca embolias en el sistema circulatorio de los árboles. ¿Qué quiere decir que un árbol sufra una embolia?

Las plantas tienen un sistema circulatorio (el xilema) por donde circula el agua desde las raíces hasta las hojas. Este transporte es necesario para mantener la fotosíntesis en las hojas, la cual a su vez es la fuente última de energía y carbono orgánico para las plantas. Una vez formado, este carbono orgánico circula por otro sistema circulatorio (el floema) que lo distribuye desde las hojas hacia las demás órganos de la planta.

En situaciones de sequía, en que el agua del suelo es muy escasa, la planta necesita hacer una succión muy intensa para transportar el agua hasta las hojas. En estas condiciones existe el riesgo de que se rompa la columna de agua y que entre aire dentro de los conductos del xilema, produciéndose una embolia. De manera análoga a lo que ocurre a los humanos, estas embolias obstruyen el transporte (en este caso del agua) y pueden provocar la muerte del individuo.

En el mismo artículo comentabas que este hecho se está produciendo en todos los bosques del planeta, incluso en los que viven en ambientes húmedos. ¿Esto no es contradictorio?

Todas las regiones del mundo son susceptibles a sufrir los efectos de la sequía si el clima se hace más seco.

Es importante entender que la sequía y sus efectos son relativos a las condiciones en las que normalmente vive un bosque determinado, ya que las especies suelen estar adaptadas a su medio. Lo que para un bosque mediterráneo son condiciones 'normales' serían condiciones de sequía extrema por un bosque tropical.

¿Podríamos decir, pues, que la sequía es una preocupación a nivel global?

Cada vez se documentan más episodios de mortalidad de bosques en todo el mundo provocados por sequía. No sabemos si se detectan más porque se dedican más esfuerzos o bien porque cada vez son más frecuentes. Lo que sí podemos afirmar es que los modelos de cambio climático predicen que la sequía aumentará en todo el mundo, por lo tanto, se trata de una preocupación general.

¿Por qué especies tendremos que preocuparnos más?

No es difícil hacer un ranking de las especies menos resistentes a la sequía, pero predecir cuáles serán más susceptibles a un cambio determinado en las condiciones climáticas es más difícil por el mismo motivo que hemos comentado antes: las especies tienden a estar adaptadas al medio en el que viven . En todo caso, podemos decir que en nuestro país las especies más vulnerables serán aquellas especies que son propias de zonas húmedas del centro de Europa, como el haya y el pino rojo y que aquí tienen el extremo sur de su distribución.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que una misma especie puede tener características diferentes según el lugar donde vivo. Por ejemplo, las poblaciones de pino rojo y hago de la Península Ibérica son diferentes de las que viven en las regiones centroeuropeas, por lo que este ranking puede variar en función de la zona.

Tal como explica uno de tus trabajos, en algunos casos la muerte de los bosques por sequía no sólo depende del agua sino que hay hongos que pueden empeorar la situación. ¿Cómo lo hacen?

Cada vez más nos estamos dando cuenta de la gran importancia ecológica de las interacciones entre hongos y plantas. En este trabajo enfatizamos que en condiciones de sequía, dependiendo del tipo de interacción trófica que establecen con el árbol, algunos hongos patógenos pueden acelerar el proceso de mortalidad, ya sea produciendo disfunciones en el sistema de transporte de agua de la planta o consumiendo sus reservas de carbono.

¿Cómo puede repercutir en el cambio global la pérdida de grandes superficies de bosques?

Los bosques son grandes mitigadores del cambio climático, ya que absorben grandes cantidades de CO2 de la atmósfera y por tanto ralentizan el efecto invernadero. En el proyecto MONTES CONSOLIDER, coordinado desde el CREAF y que reunió a expertos de grupos españoles del ámbito de la ecología terrestre, concluimos que a pesar de las temperaturas han subido y el agua ha sido un factor limitante, los bosques españoles siguen teniendo una buena capacidad de captar el carbono de la atmósfera.

A pesar de estos buenos resultados el cambio climático es un fenómeno que no tiene marcha atrás, ¿cómo podemos ayudar a los sistemas naturales a hacer frente a sus efectos?

La gestión de los bosques ofrece opciones interesantes, ya que nos puede ayudar a prevenir episodios catastróficos de mortalidad forestal a gran escala.

En los últimos años la explotación por la madera ha ido disminuyendo porque no sale a cuenta económicamente y se ha ido abandonando la gestión progresivamente. Esto ha dado lugar al crecimiento de bosques muy jóvenes y densos, que en general son más vulnerables a factores de riesgo como la sequía o los incendios forestales.

En este sentido, hace poco que hemos empezado el proyecto INFORMED. La idea es revisar las estrategias actuales de gestión de los bosques mediterráneos para proponer actuaciones concretas para cada tipo de bosque, partiendo de otras experiencias similares.

Por lo tanto, es necesario conocer el estado de los bosques para saber cómo actuar.

Nuestra función como investigadores es conocer a fondo en qué estado se encuentran los bosques para que luego nuestros argumentos orienten los políticos y gestores para decidir la forma de gestión más adecuada.

Desde la Oficina Catalana del Cambio Climático, por ejemplo, se nos pidió la identificación de las especies más vulnerables al cambio climático en Cataluña. De ahí surgió el proyecto CanviBosc, una revisión del conocimiento existente que ha servido para identificar las especies más vulnerables a la sequía, los incendios y las plagas en un contexto de cambio climático.

¿Cómo se puede identificar el estado en que se encuentran los bosques?

En el proyecto DEBOSCAT, que coordino junto con Jordi Vayreda y Mireia Banqué, estamos haciendo un seguimiento de los episodios de decaimiento de los bosques de Cataluña para conocer su evolución. Con la ayuda de los agentes rurales, hemos creado una red de seguimiento de todos los bosques que sufren defoliaciones o mortalidades elevadas, especialmente en relación a la sequía. De esta manera estamos creando una base de datos georeferenciada que permitirá identificar las zonas más vulnerables y establecer tendencias, con lo que esperamos aportar herramientas para mejorar la gestión forestal.

Así pues, ¿en qué estado se encuentran los bosques de Cataluña?

En cuanto a Cataluña, donde el territorio forestal es elevado, podemos decir que la situación es buena. Actualmente (la última campaña es de 2014) tenemos registrados cerca de 500 episodios de decaimiento, pero la mayoría son relativamente pequeños y, de momento, representan un porcentaje muy bajo de la superficie total de bosque de Cataluña (no llega al 3%).

Por último, es importante que la sociedad sepa que ...

La conservación y la buena gestión de los bosques es importante ya que nuestra vida depende mucho de ellos. A menudo hemos tendido a olvidar que el bosque nos aporta mucho más de lo que hay en el mercado, como la capacidad de absorber dióxido de carbono, producir agua en buena cantidad y calidad, el control de la erosión y las avenidas, además de bienes como la madera, las setas, etc., su rol como reservorio de biodiversidad y sus valores culturales y recreativos.

Por suerte cada vez hay más conciencia de que la actividad humana está cambiando el clima y que esto repercutirá en el estado de los bosques ya todos los servicios ecosistémicos que nos ofrecen.

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