La madera muerta en el bosque ayuda a la biodiversidad y sólo hay que actuar sobre la que genera riesgo de incendio
La madera muerta de los árboles dentro de un bosque es un refugio de vida, un escondite y alimento para hongos, insectos y otros animales claves. Tanto es así, que la nueva Ley de Restauración de la Naturaleza de la UE quiere monitorizar la cantidad que existe en los bosques y aumentarla para recuperar la biodiversidad perdida. Por otro lado, otros colectivos señalan la madera muerta como un peligro para los incendios que hay que eliminar del bosque lo antes posible. ¿Qué hacemos con la madera muerta del bosque y la que se puede generar por el aumento de sequías, plagas o viento?
La madera muerta de grandes dimensiones en los bosques europeos es un factor poco relevante para el riesgo de incendio pero muy valioso para el mantenimiento de la biodiversidad.
El nuevo proyecto europeo BioAgora, del que el CREAF es uno de los socios principales, ha activado el nuevo Servicio Científico por la Biodiversidad por este tema, un servicio donde se pide a la comunidad científica una síntesis rápida del conocimiento existente sobre un tema por asesorar a la toma de daciones a nivel europeo. El resultado ha sido el informe de síntesis “Deadwood and Fire Risk in Europe” (en castellano Madera muerta y riesgo de incendio en Europa), en el que concluyen que la madera muerta de grandes dimensiones en los bosques europeos es un factor poco relevante por el riesgo de incendio pero muy valioso por el mantenimiento de la biodiversidad. Además, el estudio argumenta que, aunque la madera muerta puede representar una parte del combustible disponible para quemar durante un incendio forestal, es una madera poco inflamable que no necesariamente incrementa el riesgo de incendios forestal.
En cuanto a los ecosistemas mediterráneos, el informe alerta de que hay muy poca madera muerta de dimensiones relevantes en nuestros bosques, por lo que no es un factor de riesgo de incendio significativo, y que en cambio, habría que aumentar su cantidad para mejorar la biodiversidad y tener bosques más sanos y resilientes. De hecho, según el informe, los troncos más gruesos pueden incluso aumentar la humedad del suelo y pueden llegar a dificultar la propagación del fuego de superficie.
“En nuestra región, en momentos puntuales de sequía o plagas que hagan aumentar la madera muerta en el bosque, será necesario evaluar la posibilidad de extraer aquella de pequeñas dimensiones que actúa como combustible fino y es más inflamable, pero también conservar algunos de los trozos grandes, que son los más valiosos desde un punto de vista de la biodiversidad y los menos problemáticos por el riesgo de incendio”
Josep Maria Espelta, participante en el informe e investigador del CREAF.
El informe en el que el CREAF ha participado, y que ha contado con la colaboración del Centre de Ciència i Tecnologia Forestal de Catalunya (CTFC), diferencia la madera muerta gruesa, poco inflamable y que quema lentamente y que es clave para tener bosques sanos, de la madera muerta fina, ramas y ramitas, poco relevantes para la biodiversidad y que sí podría tener un papel más relevante en la ignición y propagación de incendios.
Recuperar los procesos naturales como el fuego
Los pequeños fuegos controlados serían una herramienta efectiva para reducir el riesgo de incendios graves a la vegada que se favorece la biodiversidad.
El informe realiza una serie de recomendaciones adaptadas a diferentes escenarios. Por ejemplo, en áreas con alto riesgo de incendios recomienda que se realice una gestión forestal específica para prevenir la propagación de incendios forestales o recuperar los procesos naturales como los incendios de baja intensidad que actúen en la misma dirección. Los pequeños fuegos controlados serían una herramienta efectiva para reducir el riesgo de incendios graves a la par que se favorece la biodiversidad. En estas quemas se consigue reducir la carga de combustible, especialmente los restos leñosos finos, y la creación de líneas que rompen la continuidad forestal. El fuego tiene un efecto que proporciona una buena diversidad de hábitats esenciales durante períodos relativamente largos, actúa como una vacuna por los grandes incendios forestales.
“Que el fuego ayude a la vida puede parecer una contradicción, pero cuando se realiza en condiciones no extremas de meteorología, humedad del suelo y de combustible, la madera muerta más gruesa sale ilesa y la parte quemada es incluso positiva , ya que muchos organismos dependen de esta madera muerta quemada”
Lluís Brotons, investigador del CSIC en el CREAF y también autor del informe.
Otro escenario se daría cuando hay grandes superficie de bosques afectados por perturbaciones (tormentas de viento, plagas o nevadas húmedas), donde de forma extraordinaria y por razones sanitarias, de uso público o para reducir el riesgo de incendios, sea necesario actuar sobre la madera muerta, concluye Eduard Plana, investigador del CTFC y revisor del informe..
Protectora del bosque mediterráneo
Los sistemas forestales de la cuenca mediterránea son pobres en nutrientes y sufren frecuentes sequías. En este marco, existe un amplio consenso científico y técnico que apuesta por mantener parte de la madera muerta en el bosque para mantener los bosques en un buen estado de salud y hacerlos más resistentes al cambio climático. Por un lado, porque la madera muerta es el hábitat de muchas especies y, por otro, porque aporta humedad al suelo, permitiendo que prosperen muchas formas de vida y que no se evapore tanta agua.
La poca cantidad de madera muerta de grandes dimensiones en los bosques mediterráneos hace que no se pueda considerar un factor de riesgo de incendio significativo y en cambio si un elemento poco favorable para conservar la biodiversidad.
El bosque mediterráneo es uno de los más propensos al riesgo de incendio. A la vez tiene una larga historia de gestión forestal intensa que ha hecho que hoy en día haya muy poca madera muerta de grandes dimensiones lo que hace que no se pueda considerar un factor de riesgo de incendio significativo y en cambio si un elemento poco favorable para conservar la biodiversidad. De hecho, el informe menciona que el mayor riesgo de incendio de los bosques mediterráneos lo está provocando el aumento de la continuidad horizontal y vertical de nuestra masa forestal provocada por la disminución de la gestión forestal y el silvopasto durante muchos años.
“Esta situación actual de las masas forestales mediterráneas puede verse alterada por los episodios crecientes de plagas, sequía o tormentas. Fenómenos que pueden aumentar de manera puntual la presencia de madera muerta en el bosque. En estos casos hay que valorar actuar para extraer la madera muerta, especialmente la más delgada”, recalca Josep Maria Espelta.
Decisiones basadas en la ciencia
Este informe nace de la confluencia entre el proyecto Bioagora y el Knowledge Centre for Biodiversity (KCBD) para mejorar el conocimiento, facilitar su intercambio y fomentar el diálogo político y la toma de decisiones de la UE sobre biodiversidad. El CREAF, como miembro de este proyecto europeo, y junto con el CTFC como coordinadores científicos del Observatorio del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, están haciendo una apuesta decisiva por participar en estos servicios de asesoramiento que se están pilotando a nivel europeo y poder trasladar así esta forma de trabajar a Cataluña.
“Esta información, como otras que se están generando en el marco del Observatorio del patrimonio natural y la biodiversidad, nos debe permitir tomar las mejores decisiones a la hora de planificar y gestionar los bosques de Cataluña, tratando de hacer compatibles los distintos objetivos que debe cumplir el Departamento: la protección y fomento de la biodiversidad, el aprovechamiento sostenible de los recursos y la prevención de los incendios forestales. No es fácil pero con el mejor conocimiento disponible y el diálogo entre los distintos actores es posible conseguirlo”, añade Marc Vilahur, Director General de Políticas Ambientales y Medio Natural del Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural.