Verum ipsum factum
Tenemos la necesidad de entender el funcionamiento de las cosas, de saber cómo montarlas y desmontarlas. Pero hemos llegado a un punto de tanta especialización y mecanización que demasiado a menudo se nos escapa cómo funciona todo y, especialmente, si seremos capaces de arreglar lo que hemos roto.
Gianbattista Vico (1668-1744) fue un filósofo que se opuso al racionalismo de Descartes. Para Vico, sólo podemos entender aquello que somos capaces de hacer (verum ipsum factum), es decir, básicamente nuestra historia y las matemáticas. La idea venía de Bacon y otros defensores del experimentalismo contrarios a Descartes, pero Vico la puso en el centro de su filosofía. Creía que en los humanos no hay sólo razón, sino también sentimiento y fantasía. Se adelantaba al romanticismo, a la Ilustración, y daba una base a las ciencias sociales: en su análisis histórico habló de la lucha de clases antes que Marx y de una evolución de la historia parcialmente cíclica, en espiral, en la que ningún estadio se repite pero hay secuencias similares encadenadas.
Para él, la naturaleza no era producción humana y, por tanto, aunque la podíamos pensar, no la podíamos entender. La mecánica contenía más verdad que la física, y ésta más que la ciencia moral. Las ideas de Vico fueron olvidadas bastante tiempo, pero fueron recuperadas, entre otros, por Samuel Coleridge y por Benedetto Croce. Parece que James Joyce se inspiró en La Nuova Scientia de Vico para escribir Finnegan 's Wake. Hoy, Vico es muy respetado por su originalidad.
Es cierto que, si somos capaces de hacer, de producir, de montar y desmontar, entendemos más profundamente. No es raro que la biología molecular se interese tanto en la manipulación genética y que, p.e., se monten células vivas a partir de la inclusión de un núcleo nuevo en una célula vaciada. En educación ecológica es útil la construcción de pequeños ecosistemas, como acuarios, o la restauración de balsas degradadas. Los procesos de restauración de espacios muy alterados son una vía de progreso de la comprensión de los ecosistemas.
Margalef decía que se habían de aprovechar las grandes transformaciones de causa humana sobre la naturaleza para entender mejor cómo responde ésta. Se puede dudar fácilmente que la capacidad de producir sea condición indispensable para entender, pero es seguro que la comprensión de algo es mucho mejor si lo sabemos montar y desmontar.
Desde pequeño, me fascinó la novela de Mark Twain Un yanqui en la corte del Rey Arturo. En ella, un ingeniero del siglo XX se encuentra transportado por un extraño fenómeno a la época de Arturo. Allí, con sus habilidades para construir bicicletas, teléfonos, telégrafos y centrales eléctricas, se convierte en un mago poderoso. Siempre pensé que yo, en tal situación, no sabría construir ninguna cosa útil de las que usamos.
Hoy, esta ignorancia es general. Cuando llevamos el auto al taller, los mecánicos no saben localizar muchas averías si no lo hace un ordenador. Nuestra cultura ha producido objetos cada vez más complejos, pero lo ha hecho colectivamente, con la cooperación de muchos especialistas. Un solo ingeniero difícilmente podrá construir las herramientas y aparatos que emplea cada día.
La inmensa mayoría de la población ha renunciado a entender lo que es ya una parte de las sociedades mixtas (formadas por humanos, otros organismos y prótesis de los cuerpos individuales o herramientas que aumentan nuestras capacidades). Si aceptamos que, si no toda, al menos parte de la verdad, se relaciona con nuestra capacidad de montar y desmontar, habrá que aceptar que, mientras la comprensión colectiva del mundo con la ciencia y la tecnología aumenta muy rápido, la comprensión individual media disminuye igualmente rápido. Y esto, distancia cada vez más las crecientes masas humanas de las minorías que pagan a aquellos que entienden y diseñan. Y aquí hay un riesgo para la democracia.
Hemos aprendido mucho de la Naturaleza, pero hay mucho que aún no entendemos. El riesgo de una crisis ambiental global existe: lo que sabemos, lo tenemos que hacer "entender" o "creer" a las masas, lo que no sabemos nos puede llevar a cometer errores que desencadenen la crisis.
En ecología, la receta de Vico es buena para acelerar el progreso del conocimiento: hay que construir ecosistemas que funcionen y se mantengan, repensar las ciudades, la agricultura, y la ganadería; estudiar las deconstrucciones y reconstrucciones; dejemos de ensuciar y, cuando sepamos cómo, habrá que restaurar la atmósfera. Y hagámoslo entre todos, o perderemos la democracia en el camino.