
El objetivo es que el ayuntamiento disponga de un catálogo de soluciones científicas, de las cuales se escogerán algunas contando con la ciudadanía.
Las olas de calor, la contaminación o los fenómenos extremos dejan patente que las zonas urbanas tienen que adaptarse a nuevos retos. Se trata de convertirlas en espacios más amables y habitables que integren el verde en sus calles y estén conectadas a espacios naturales cercanos. Pero, ¿cómo transformar una ciudad del gris al verde? Este es el reto que aborda el proyecto Sant Boi Respira+ Verd, que busca impulsar más de 65.000 m² de áreas verdes, ya sea creando de nuevas, mejorando el estado de las existentes o reforzando el arbolado en las calles. La iniciativa también trabaja para ‘pintar’ de verde patios escolares, crear huertos comunitarios, establecer circuitos terapéuticos o, incluso, instalar un laboratorio vivo de agricultura urbana. El proyecto lo financia la Fundación Biodiversidad y lo lidera el Ayuntamiento de Santo Boi con la colaboración del CREAF, el Hospital de San Joan de Dèu y la Universitat Politècnica de Catalunya.
“Queremos que este proyecto se convierta en un referente para otras ciudades que quieran integrar el verde, recuperar la biodiversidad y adaptar al cambio climático sus calles. En concreto, desde el CREAF, estamos liderando una de las principales acciones del proyecto: la una estrategia de infraestructura verde y azul de la ciudad, denominada ‘renaturalizem Sant Boi’. Esta hoja de ruta sitúa a la naturaleza en el centro de la ciudad, apostando por implementar un mosaico de verde urbano que potencie la cantidad, calidad y diversidad de ambientes”, explica Sandra Calduch-Fernández, técnica de investigación del CREAF y participante en el proyecto. Además, el CREAF también colabora en varias acciones concretas que tienen por objetivo la renaturalizar parques urbanos existentes; restaurar hábitats degradados, como por ejemplo los hábitats de ribera, y crear nuevos ejes para conectar el verde y azul en el municipio, por ejemplo, arbolados viarios.
Una de las soluciones de renaturalización que propone el CREAF es crear jardines de mariposas. Imagen: Galdric Mossoll
Entre las propuestas planteadas por el centro, se incluyen varias soluciones basadas en la naturaleza. Cada una de estas soluciones se presenta de manera detallada y diseñada para un espacio concreto de Sant Boi y también se describen los servicios ecosistémicos que proporcionan a la ciudadanía, por ejemplo, conservar la biodiversidad urbana, mejorar la calidad del aire, crear espacios de sombra o disminuir el riesgo de inundación. “El objetivo es que el ayuntamiento disponga de un catálogo de soluciones científicas, de las cuales se escogerán algunas contando con la ciudadanía”, explica Joan Pino, director del CREAF y quien lidera esta estrategia.
Crear jardines para mariposas
Una de las soluciones de renaturalización que propone el CREAF es crear jardines de mariposas. Estos espacios se caracterizan por incluir varias especies de plantas nectaríferas para que las mariposas adultas se alimenten de su néctar, y de plantas nutricias, donde estos insectos ponen los huevos para que, cuando nazcan, las orugas tengan alimento. También es recomendable plantar especies herbáceas y arbustivas autóctonas con flores de colores diversos y que florezcan en diferentes épocas del año, “de este modo nos aseguramos que las mariposas tengan comida y refugio a lo largo de todo el año”, aclara Sandra Calduch-Fernández. Además, el jardín también se puede acompañar con láminas de agua, como por ejemplo balsas poco profundas para garantizar el agua y la humedad. Algunas mariposas urbanas que se podrían favorecer con esta acción son Papilio machaon, Pieris rapae y Vanessa cardui, todas ellas generalistas y adaptadas a ambientes abiertos, “también se favorecen otros polinizadores como las abejas”, añade la experta.
Bosques diminutos en la ciudad
Otra de las propuestas son los conocidos como Tiny forests en inglés, bosques urbanos de dimensiones muy reducidas. Estas plantaciones se hacen con especies autóctonas adaptadas al clima local, con una densidad de 2 a 7 árboles por metro cuadrado, de hecho, son 30 veces más densos que las plantaciones convencionales. Con esta elevada densidad las especies compiten más por la luz y se acelera el proceso de sucesión ecológica del bosque -mueren unas plantas, pero crecen otras-. Esta mayor densidad y complejidad estructural proporciona una amplia diversidad de nichos ecológicos que, a la vez, atrae a una mayor variedad de especies. También pueden contribuir a la regulación del microclima urbano, mejorar la calidad del aire, reducir el ruido y preservar la biodiversidad urbana. “Estos pequeños bosques, si se implementan, serían pioneros en toda Cataluña, en Madrid por ejemplo es conocido ‘El Bosque del Principito’”, destaca Corina Basnou, investigadora del CREAF y también parte del proyecto.
Conectar azul y verde: el caso de la riera de Can Soler
Un ejemplo paradigmático de cómo recuperar la conexión verde y azul es la riera de Can Soler, donde se quiere conectar el entorno forestal con el río Llobregat. Actualmente, se encuentra muy deteriorada debido entre otras cosas a los residuos y las especies invasoras como por ejemplo la caña (Arundo donax) y la cortadera (Cortaderia selloana). Pero, a pesar de encontrarse degradado, todavía se presevan ejemplares singulares como el roble cerioide (Quercus cerrioides) y algunos individuos de algarrobo (Ceratonia siliqua) e higuera (Ficus carica). “Para revertir la situación y restaurarla, proponemos eliminar las especies invasoras y, en cambio, plantar vegetación autóctona típica de los bosques de ribera, algunas son el junco (Scirpus holoschoenus), el lirio amarillo (Iris pseudacorus), tamariuel tamarisco (Tamarix gallica), el saúco (Sambucus nigra), el olmo (Ulmus minor) o el álamo (Populus alba)”, explica Sandra Calduch-Fernández. También proponen favorecer la presencia de anfibios y reptiles utilizando refugios de piedra natural y favorecer prados floridos, que a la vez también potencian la presencia de lepidópteros y otros insectos polinizadores y pájaros.
La Riera de Can Soler se encuentra muy deteriorada debido entre otras cosas a los residuos y especies invasoras como la caña (Arundo donax) y la hierba de la pampa (Cortaderia selloana). Imagen: Ayuntamiento de Santa Coloma de Cervelló
Reducir el riesgo de inundaciones
Pero no solo se tiene que reverdecer, sino también pensar en el suelo que pisamos. ¿El motivo? En las ciudades normalmente el protagonista es el cemento, pero este material es impermeable y no drena bien el agua cuando llueve. Para solucionarlo, otra de las medidas que proponen las expertas es usar los pavimentos permeables que son capaces de infiltrar el agua. Se instalan en zonas con riesgo de acumulación de agua, como aparcamientos, carreteras y grandes zonas pavimentadas. “Hay pavimentos de varios tipos, como los porosos o los bloques impermeables con agujeros, que pueden llenarse con vegetación”, añade Sandra Calduch-Fernández.
La voz clave de la ciudadanía
Otro de los elementos fundamentales en el proyecto es contar con la ciudadanía para diseñar estos nuevos espacios, por un lado, para aumentar la conciencia sobre los beneficios de renaturalizar un espacio y, por otra, para tener en cuenta sus necesidades. En este sentido, durante los meses de junio y julio se llevaron a cabo sesiones participativas en las escuelas y talleres y paseos para recoger ‘in situ’ sus opiniones sobre algunas de las actuaciones previstas. También se han realizado sesiones al Consejo de Infancia de Sant Boi. El proceso de participación de la estrategia renaturalizem Sant Boi se realizará a finales de marzo.
“Proyectos como este sirven para que administración e investigación colaboren en repensar el verde urbano. También acercar más a la ciudadanía y crear un “efecto llamada” con nuestras acciones y propuestas, es decir, generar un cambio y motivar otras administraciones para sumarse”, finaliza Corina Basnou.
Desde el CREAF también participa en el proyecto el técnico de investigación Javier Gordillo.
Santo Boi respira + Verd cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea - Next GenerationEU.