La falta de un pacto final a menudo eclipsa los hitos alcanzados por la COP16. Una histórica es, por un lado, que las comunidades indígenas y locales intervengan permanentemente en las negociaciones del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y, por otro, incluir a las personas afrodescendientes como custodios de la naturaleza. “Es una de las mayores diferencias entre la acción vinculada a la biodiversidad y el clima, porque hay que dotar a los gobiernos subnacionales de las herramientas para implementar los compromisos, una de las cuales es el componente científico”, afirma Alicia Pérez-Porro. Esta reparación histórica "marca el inicio de una nueva era para el Convenio sobre la Diversidad Biológica y pone fin a 26 años de reivindicaciones de los pueblos indígenas y comunidades locales", valora.
Un hito cercano de la conferencia de Colombia es haber aprobado un plan de biodiversidad y cambio climático, que reconoce la estrecha relación entre ambos temas y subraya la importancia de generar más sinergias para abordar los contextos de crisis de ambos ámbitos. Por ejemplo, organizaciones como la UNFCCC, el IPCC y el IPBES y, a otra escala, proyectos europeos como RESPIN, que celebró un taller en la COP16 y que busca identificar las barreras para que el conocimiento de estas grandes plataformas intergubernamentales llegue a informar de forma eficiente la acción política.
Y relevante también el consenso formal sobre las interrelaciones entre salud y biodiversidad, reconociendo que la implementación del Marco Global de la Biodiversidad de Kunming Montreal contribuye a mejorar la salud y el bienestar tanto física como mental. Así como después de 8 años de negociaciones se haya aprobado el Plan de Conservación y uso sostenible de la biodiversidad marina y costera y de la biodiversidad insular, relevante para cumplir el objetivo de 30x30 del marco mundial de biodiversidad de Kunming Montreal.