Bernat Claramunt y la montaña como escenario
Pasar las vacaciones de infancia en el Pirineo haciendo camping libre en familia debe dejar huella en la vida adulta, sin duda alguna. Al menos, condiciona la forma de relacionarse con la naturaleza y de entender el ocio. Y ésta es la feliz experiencia que el investigador del CREAF Bernat Claramunt tiene de sus veranos. Como consecuencia, la montaña pasa a formar parte de su imaginario de lo que es explorar y descubrir, no sólo paisajes sino también marmotas, bosques, rapaces y arroyos, por nombrar algunos. Su fascinación por la Biología se revela definitivamente en Secundaria gracias a la bióloga Marina Mir, pionera en Cataluña en incorporar la didáctica a los primeros itinerarios de naturaleza. "Ahora bien, me gustaban muchas cosas", reconoce, "de hecho, como alternativa a Biología opté a estudiar Educación física o Traducción e interpretación".
Precisamente, la fascinación por seguir aves es el origen de sus conocimientos de alemán: “comencé a focalizarme en los pájaros, vivía para su seguimiento y me llegó información que en Alemania se impartían estudios superiores de Biología especializados en ornitología. Y sin pensarme dos veces, empecé a estudiar alemán”, recuerda.
"Si nos interesa la supervivencia de una comunidad natural en un sentido amplio, hay que tener en cuenta todos los elementos que interaccionan entre sí: actores y gobernanza"
La montaña es un escenario que se va abriendo paso a su recorrido científico, primero mediante el estudio de la marmota para, a continuación, ampliar el campo de visión y abarcarla como un todo. Y no es una frase hecha: hoy la línea de investigación más relevante de Bernat Claramunt es “el desarrollo de las sociedades de montaña”, con énfasis en el plural, además de aspectos como la característica de las montañas como torres de agua, el ascenso de la línea de bosque, los cambios en la biodiversidad vegetal y animal, los nuevos usos de prados y pastos y el retroceso de los glaciares. "Si nos interesa la supervivencia de una comunidad natural en un sentido amplio, hay que tener en cuenta todos los elementos que interaccionan entre sí: actores y gobernanza", explica. "Para mí es natural pensar en el sistema socio-ecológico como una red de interacciones complejas, como las cadenas tróficas".
Un ecólogo sensible a la socioeconomía
El interrogante es una tentación: ¿qué hace un biólogo adentrándose en aspectos socioeconómicos? Su explicación es exhaustiva y argumenta la evidencia: “es una evolución natural; para preservar el sistema natural montaña es clave abrir los ojos al entorno. Me interesa la conservación de este sistema natural en un contexto de cambio global y por eso debo medir las relaciones entre los diferentes elementos: tanto naturales, como la biodiversidad de pájaros, como el número de segundas residencias, por ejemplo”. El escenario de montaña hoy contempla un contexto donde tienen cabida "la caza, la agricultura, el turismo y las leyes", en palabras del investigador.
La comunidad natural se convierte en una especie de eje que liga actividades, necesidades y recursos. “Me interesa cada vez más el contexto social y económico en el que se encuentra la comunidad natural. Soy especialista en la parte ambiental y quiero conocer la vertiente social y económica en el contexto del desarrollo de las sociedades de montaña, teniendo en cuenta el European Green Deal y las directivas de conservación de la naturaleza”. La geografía donde se ubica la investigación de Claramunt es sobre todo Europa, donde muchos valles experimentan la influencia humana.
Su interés por el contexto social y económico de las economías de montaña le ha llevado a impulsar desde el CREAF la XIII Convención europea de montaña de la red Euromontana, que el centro coorganiza junto con la red europea Euromontana y la Generalitat de Catalunya. Se celebra en Puigcerdà (La Cerdanya) de 15 a 18 de octubre de 2024 y su programa y planteamiento incluyen representantes de la agricultura, ganadería, actividad de pastoreo, empresas, ONG, sociedad civil y gestión política de varios países. En una conversación días antes de su celebración expone cuál le gustaría que fuese el resultado del congreso: "querría que las recomendaciones resultado de las discusiones sean útiles y se puedan implementar por parte de la gestión política".
“Me interesa la conservación del sistema natural montaña en un contexto de cambio global y por eso debo medir las relaciones entre los diferentes elementos: naturales como la biodiversidad de pájaros, o el número de segundas residencias”.
BERNAT CLARAMUNT, investigador del CREAF.
Un entorno natural frágil
El deseo de Claramunt es que las zonas de montaña no pierdan población, que tengan una calidad de vida reconocida y que se pueda mantener la armonía de un entorno natural muy frágil.
Su propósito científico –si es que se puede escoger uno solo– es que las zonas de montaña no pierdan población, que tengan una calidad de vida reconocida y que se pueda mantener la armonía de un entorno natural muy frágil. Bernat Claramunt alerta del riesgo de masificación que pueden sufrir los valles y pone un espejo frente a algunas poblaciones costeras, al tiempo que reconoce la falta de algunos servicios esenciales en algunos lugares de montaña. Y ante la pregunta qué necesitan las economías de montaña para prosperar como entorno socio-ecológico la respuesta cae como el plomo: “¡buenas ideas!”.
Admite que es necesario un cambio de paradigma, porque siguen pesando mucho los servicios que como sociedad consideramos esenciales para vivir bien. Si bien son necesarios unos mínimos que no siempre las economías de montaña pueden garantizar, como hospitales y escuelas. “En Escandinavia por ejemplo esto no ocurre: es mejor vivir fuera de la ciudad de Oslo que en su casco urbano”, apunta. El reto es grande y pasa por mantener la identidad sin masificar, buscando una ponderación. "Es un equilibrio muy difícil", reconoce, "porque hay muchas maneras de entender qué significa bienestar".
Casi volviendo al inicio de su trayectoria recuerda que se adentra en las montañas desde la investigación gracias a haber trabajado antes con marmotas, que le facilitan optar al proyecto 'Wildlife in the Changing Andorran Pyrenees', financiado por Earth Watch. "Ha marcado una etapa muy importante de mi recorrido científico y fue la primera propuesta de ciencia ciudadana en la que se involucró el CREAF".