31/10/2024 Noticia

¿Cómo hacemos frente a los fenómenos climáticos extremos como la DANA?

DANA Valencia, Miguel Ángel Polo
Responsable de comunicación social

Verónica Couto Antelo

Técnica de Comunicación del CREAF desde 2016. Apasionada del mundo natural y su divulgación. Bióloga (UB), máster en comunicación científica (BSM-UPF) y estudiante Humanidades (UOC).
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Estos días estamos conmocionadas por las inundaciones que ha causado la DANA en Valencia, Castilla la Mancha, Murcia y Andalucía, entre otras regiones. Una DANA –el acrónimo de Depresión Aislada en Niveles Altos– es un fenómeno meteorológico habitual en el mediterráneo, que también se conoce como gota fría, pero ahora se está volviendo mucho más virulento por culpa del cambio climático y ya estamos viendo las graves consecuencias. Además, debemos tener presente que los acontecimientos climáticos extremos como éste también son más frecuentes con el calentamiento global: si antes aparecía un temporal o un aguacero cada 100 años, ahora lo hará cada 50 o menos. Hablamos de ello con nuestra investigadora Annelies Broekman, especialmente sobre algunas de las medidas que hay que tomar para hacer frente a esta situación desde el punto de vista de la gestión de agua y la adaptación. 

Annelies Broekman, CREAF

“Debemos fijarnos muy bien en las zonas inundables con mayor riesgo, como las riberas de los ríos o la primera línea de mar, y priorizar renaturalizarlas por delante de añadir más cemento."

ANNELIES BROEKMAN, investigadora del CREAF

En primer lugar, las acciones más evidentes a tomar ante este aumento de fenómenos climáticos extremos hacen referencia al urbanismo. “Debemos fijarnos muy bien en las zonas inundables con mayor riesgo, como las riberas de los ríos o la primera línea de mar, y priorizar renaturalizarlas por delante de añadir más gris. Así incrementaremos la resiliencia de los territorios frente a los fenómenos climáticos extremos. Un caso muy conocido es el de líneas de tren que están a orillas del mar, que habrá que reubicarlas. Y sobre todo debemos abandonar los proyectos nuevos que prevén seguir construyendo en zonas inundables, como por ejemplo en deltas o humedales”, comenta Broekman. En la misma línea, es necesario establecer espacios de deliberación donde todos los actores de la sociedad y los científicos puedan rediseñar los usos del territorio y revisar los protocolos de reconstrucción después de los temporales. Actualmente se prevé la reposición de las estructuras existentes, sin estudios de impacto ambiental ni vulnerabilidad al cambio climático. Ahora es el momento de aprovechar los fondos para adaptarnos al nuevo escenario y es muy importante entender que invertir en renaturalización será siempre menos costoso a la larga”. 

Debemos mejorar la gestión de los sistemas naturales acuáticos para minimitzar el impacto de estos eventos sobre la sociedad.

En segundo lugar, y yendo al foco de la cuestión, debemos pensar cómo mejorar la gestión de los sistemas naturales acuáticos para minimizar el impacto de estos eventos entre la sociedad. Según explica nuestra experta en gestión del agua, “las playas, las marismas, las lagunas... los ecosistemas que forman parte del litoral nos protegen de los fenómenos climáticos extremos, porque están adaptados a ellos. Por ejemplo, las dunas de las playas tienen un efecto taponador, que hace que se recircule el agua de los aguaceros y no impacte tanto intensamente. El problema es que el litoral mediterráneo está muy dañado y está dejando de cumplir algunas de estas funciones naturales”. Por eso, más allá de las medidas urbanísticas, para hacer frente a los temporales que deben venir es importante recuperar toda esta naturaleza que nos protege: “debemos restaurar las costas, asegurarnos de que los ríos tienen los caudales ecológicos que les corresponde y que lleguen al mar correctamente, dirigiendo sus sedimentos hasta los deltas, entre otras medidas”. 

En definitiva, debemos devolver a la naturaleza el espacio que es suyo. Hacer más espigones, diques o revestimientos son métodos que siguen perjudicando a la costa y los ciclos naturales que se dan y no nos aportarán una solución a largo plazo, que es lo que necesitamos. De hecho, se diseñan con condiciones de referencia que el cambio climático ya ha cambiado. Por eso, los grandes proyectos deben buscar soluciones basadas en la naturaleza. Puede parecer caro en un primer momento, pero más cara es la inacción y reposición de unas infraestructuras que se irán rompiendo periódicamente. Así, recuperar la naturaleza no sólo implicará recuperar las funciones de protección que nos da, sino que también nos permitirá adaptarnos más efectivamente al futuro que nos espera. 

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