Los datos demuestran que para identificar factores de riesgo en las especies que todavía viven, es esencial tener en cuenta las extintas, y esto se aplicaría en cualquier grupo de animales.
Una investigación con aves demuestra que estudiar especies extintas es clave para identificar las más vulnerables en la actualidad
Desde que la humanidad empezó a colonizar continentes e islas, hace unos 130.000 años, se han extinguido al menos 610 especies de aves, uno de los grupos que más ha visto disminuir su población son los columbiformes -tórtolas y palomas-. Pero, ¿qué hace que algunas especies se extingan y otras no? ¿Hay factores de riesgo? Un nuevo estudio, publicado en Global Ecology and Biogeography y liderado por la investigadora Natàlia Martínez-Rubio del CREAF, ha respondido precisamente esta pregunta. Para hacerlo, ha incluido, por primera vez, aves recientemente extinguidas y vivas en un análisis para averiguar si hay características que hacen a tórtolas y palomas más vulnerables a la extinción, por ejemplo, dónde viven, qué comen o si migran o no. En este sentido, han identificado varios factores de riesgo, entre ellos, las que son endémicas de islas, porque no están acostumbrados a responder ante nuevos depredadores y también porque es más difícil que se desplacen a otros lugares ante una amenaza; las que se alimentan en el suelo, porque están más expuestas a nuevos depredadores; las que son más grandes, porque, por un lado, hay más riesgo que las cacen porque tienen más carne y, por el otro, el mayor tamaño corporal suele estar relacionado con poblaciones más pequeñas y tasas de reproducción más lentas; las especies migratorias, porque dependen de muchos hábitats y los paisajes fragmentados los perjudican y, finalmente, las que no pueden volar, que, de hecho, ya se han extinguido todas.
En concreto, han analizado en total 384 especies de columbiformes, 33 extintas y 351 vivas, para conocer qué factores pueden impulsar la extinción, tanto geográficos -insular o continental-, de comportamiento -patrones de migración y de alimentación-, morfológicos -como el tamaño corporal, del ala o el pico-, también si habitaban zonas abiertas como por ejemplo prados o vivían en el bosque o si volaban o no. El análisis lo llevaron a cabo en dos escenarios: en uno incluyeron datos sobre especies recientemente extinguidas y especies vivas y en el otro solo incluyeron las vivas. Gracias a esta comparativa, el equipo detectó que los resultados eran diferentes en los dos escenarios y que si solo se tienen en cuenta las especies vivas se subestima el riesgo que supone tener ciertas características, como por ejemplo ser un ave endémica que vive en una isla y se alimenta en el suelo.
“Los datos demuestran que para identificar factores de riesgo en las especies que todavía viven, es esencial tener en cuenta las extintas, y esto se aplicaría en cualquier grupo de animales”, añade Natalia Martínez-Rubio, investigadora del CREAF y autora principal del estudio.
Esqueleto del solitario de Rodrigues (Pezophaps solitaria). Imagen: Ferran Sayol
El Dodo, la paloma isleña que no sabía volar
El Dodo, la paloma isleña que no sabía volar
El estudio también señala que el mayor motor de extinción de las columbiformes es la actividad humana, principalmente por la caza, la introducción de especies invasoras y la deforestación, y el foco de la extinción se encuentra en las islas. De hecho, de las especies extintas incluidas en el estudio, el 96.9% eran endémicas de islas y también suponen el 70% de las que están amenazadas actualmente.
Un ejemplo icónico que ilustra esta relación directa es el Dodo, un columbiforme muy abundante en la isla de Mauricio, que no tenía depredadores, solía alimentarse de fruta y semillas del suelo y no podía volar. Cuando los primeros marineros llegaron a la isla empezaron a cazarlo y a utilizarlo como alimento, también llevaron varios animales exóticos como cerdos, ratas o gatos que les daban caza, “como no había tenido depredadores hasta entonces era un ave muy confiada y no se escondía -de hecho, Dodo quiere decir ‘simple’-, en cuestión de unos años se extinguió totalmente”, comenta Oriol Lapiedra, investigador del CREAF y coautor del estudio. Un caso de especie continental es la paloma migratoria americana de Norteamérica- conocida como Passenger pigeonen en inglés-, era la especie más abundante de allí, había días que el cielo quedaba cubierto de estos pájaros cuando migraban, pero desapareció completamente en el siglo XX porque se puso de moda cazarla.
“Hoy en día las mayores amenazas de las aves no son tanto la caza humana, sino las especies exóticas en el caso de las islas y, en el caso de los hábitats continentales, la degradación del hábitat”, explica Ferran Sayol, investigador del CREAF y también coautor de la investigación. Algunas de las especies actuales más amenazadas son la paloma manumea (Didunculus strigirostris), endémico de la isla de Samoa; la paloma paloma perdiz de Tuamotu (Pampusana erythroptera), endémica de las islas Tuamotu o la tórtola de Socorro (Zenaida graysoni), única en la isla Socorro de México ,que está extinguida en libertad y solo quedan en cautividad a causa de la depredación por especies introducidas y la destrucción del hábitat. En España una que empieza a ser vulnerable es la paloma rabiche (Columba junoniae), endémica del bosque de laurisilva en Canarias.
Viajar en el tiempo
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Para recopilar los datos a escala global, el equipo ha llevado a cabo un trabajo minucioso y, entre otras cosas, han visitado colecciones de aves que se preservan en museos y revisado libros antiguos, donde naturalistas de siglos anteriores plasmaron dibujos y notas. También se han incluido fuentes como la lista roja de especies amenazadas de la IUCN, bases de datos sobre aves como AVONET o multitud de estudios científicos. Para poder descifrar los vacíos donde no había información de cómo eran las especies morfológicamente, por ejemplo, la medida corporal o el pico, también han empleado la inteligencia artificial mediante técnicas de machine learning, gracias a esta tecnología han podido inferir los rasgos morfológicos de algunas de las especies recientemente extintas y de las que no tenían nada o solo una parte del cuerpo.
“Normalmente los estudios que predicen el riesgo de extinción se centran solo en las especies amenazadas y esto es como mirar una fotografía incompleta”, finaliza Natalia Martínez. Por eso, el siguiente paso de su investigación es ampliar el estudio a todas las especies de aves, así se podrán desarrollar medidas de conservación mucho más dirigidas y basadas en un conocimiento más global de cómo era la biodiversidad antes de la expansión de la humanidad en el planeta.
Artículo fuente: Martínez-Rubio, N., Sayol, F., & Lapiedra, O. (2024). Extinction selectivity obscures patterns of trait-dependent endangerment in Columbiformes. Global Ecology and Biogeography, 00, e13851. https://doi.org/10.1111/geb.13851