¿Por qué se ponen marrones las hojas en otoño?
Ocre, granate, marrón, dorado... son los colores que más nos hacen pensar en el otoño, porque son las tonalidades que cogen las hojas de los árboles cuando llegan los meses de octubre y noviembre. ¿Qué hace que haya ese cambio de color? ¿Por qué las hojas pasan del verde al marrón antes de caer? La clave está en la clorofila, ¡os lo explicamos!
La caída de las hojas en las especies caducas de árbol – hayas, robles y frutales, por ejemplo – es un momento programado en otoño, que se repite cada año, cosa que permite que el árbol se vaya preparando poco a poco. El primer paso es reutilizar los nutrientes más valiosos que existen en las hojas, para no perderlos cuando se caigan. Así, los árboles redirigen el nitrógeno y algunos elementos esenciales, que cuestan más de fabricar, de las hojas hacia los tallos.
En segundo lugar, dado que el otoño va acompañado de más frío y menos horas de luz, las plantas dejan de hacer la fotosíntesis progresivamente, porque no tienen toda la luz que necesitan para realizar el ciclo correctamente. La molécula más importante para realizar la fotosíntesis es la clorofila, así que ya no la necesitan y dejan de fabricarla. Y lo mismo ocurre con las clorofilas que hay previamente en las hojas, que se van degradando y desapareciendo.
A medida que la clorofila de las hojas se va perdiendo, que es de color verde, se van desenmascarando otros pigmentos que también hay en las hojas, como los carotenos y las antocianinas, que son de color naranja y rojo, respectivamente. Por este motivo, en las hojas se vuelven cada vez más hacia el color de los otros pigmentos que ahora asociamos con los colores típicos del otoño.
Máximo cromático y calor
Cuando la explosión de colores de otoño llega a un momento álgido y se recoge la máxima diversidad de colores, justo antes de caer las hojas, decimos que ese bosque ha alcanzado su máximo cromático. Evidentemente, este máximo cromático no es uniforme en todos los sitios y dependerá de las especies de árbol que hay en el bosque y de la región que observemos, porque el clima local juega un papel clave. Sin embargo, se suele tomar como guía la coloración de los hayedos y las fechas clave oscilan por mediados de noviembre.
Desgraciadamente, estas fechas cada vez son más impredecibles y tardan más en aparecer los colores del otoño en los bosques del país. ¿El motivo? El aumento de temperaturas durante septiembre y octubre. Como hemos dicho, la falta de horas de luz y la bajada de temperaturas es el pistoletazo de salida para que la planta pare de hacer la fotosíntesis y se pierda la clorofila. El problema es que cada vez tarda más en llegar el frío y estos inicios de otoño con temperaturas suaves confunden en las plantas, que creen que todavía estamos a finales de verano y tardan más en empezar todo el circuito para dejar caer las hojas. Así, los colores de los carotenos y las antocianinas también tardan más en salir.
Hasta ahora, los expertos y expertas apuntaban que este retraso del máximo cromático de los bosques podía ser algo puntual y que dependía mucho de la meteorología, pero ahora ya se está viendo que es una tendencia en alza, porque llevamos varios años consecutivos en que la caída de las hojas se retrasa.
Con sequía
Como hemos dicho inicialmente, el proceso de aparición de los marrones del otoño está programado y va despacio, así que cuando hay alguna perturbación todo cambia. Y una de las perturbaciones más habituales en el mediterráneo es la sequía.
Cuando hay sequía, los árboles no tienen tanto tiempo para reabsorber los nutrientes valiosos de las hojas y cortan de emergencia la conexión entre el tallo y las hojas, para reducir al máximo la superficie por la que pierden agua. En este caso, las hojas se secan con todos los nutrientes y pigmentos, pasando directamente del verde al marrón seco, sin la variación cromática típica.
Tu mirada puede ser clave
El observatorio ciudadano RitmeNatura del CREAF lleva varios años contribuyendo al estudio de los cambios de color de las hojas en otoño en Catalunya, entre otros procesos estacionales. ¿Y cómo lo hace? ¡Gracias a las aportaciones de la ciudadanía voluntaria!
Cada vez que salimos a la naturaleza y vemos estos cambios de color, estamos visualizando datos que los científicos pueden necesitar para estudiar, por ejemplo, los efectos del cambio climático sobre los cambios de estación. Contribuir con la aportación de estos datos es muy fácil: basta con crearse un usuario en la aplicación iNaturalist, unirse al proyecto de RitmeNatura en esta plataforma e ir subiendo todo lo que creamos que puede ser interesante de la naturaleza que nos rodea.