Pep Canadell: “Debemos convertirnos en ciudadanos del mundo si queremos revertir el cambio climático”
Hay tres momentos vitales en el recorrido científico de Pep Canadell, miembro del comité científico internacional del CREAF, director ejecutivo del consorcio mundial Global Carbon Project e investigador jefe del CSIRO Climate Science Centre, ambos en Canberra (Australia). Por supuesto que hay más, pero quienes rezuman de su conversación contundente, amable y de ritmo pausado son: estudiar en la facultad de Biología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en la década de 1980; ampliar su investigación con estancias en la Universidad de Stanford (EEUU) y en el Smithsionian Tropical Research Institute (Panamá) en los años 90 y, finalmente, involucrarse como investigador del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) hace más de 18 años cuando, según afirma, asesorar a la toma de decisiones políticas sobre cambio climático no se consideraba prestigio científico.
Son tres determinantes decisiones de una de las voces mundiales más escuchadas en cambio climático, coordinador del informe anual Global Carbon Budget, que defiende una revolución industrial verde para implantar la transición a energías renovables.
"La Ecología que aprendí en la UAB es quizás la herramienta más poderosa de todos mis estudios para hacer lo que hago ahora globalmente"
Estudiar en la UAB le abrió los ojos a la ecología ya conocer al entonces profesor Jaume Terradas, hoy catedrático emérito de Ecología e investigador del CREAF. Y, de paso, a ser profundamente consciente de que esta disciplina es un puntal. “La Ecología que aprendí en la UAB es quizás la herramienta más poderosa de todos mis estudios para hacer lo que hago ahora globalmente. En los últimos 25 años sólo trabajo con especialistas en matemáticas, en modelización, profesionales muy numéricos y nadie sabe nada de esta disciplina", exclama. "La forma en que pensamos los ecosistemas –ya sea el Montseny o el mundo– es similar, aunque contempla procesos a escalas diferentes”.
Y se remonta a los inicios del CREAF con Terradas, a la conciencia sobre aportar conocimiento y rigor científicos, ya la necesidad de actuar como una sociedad global frente al cambio climático. “El contexto ecológico lo es todo. El cambio climático no se soluciona con 50 años: si no se convierten en ciudadanos del mundo y se lo creemos, no lo resolveremos. Sólo estamos pensando en 2030 cuando se apague la energía nuclear. Cataluña debe hacer más, como país desarrollado, rico e inteligente que es, porque las emisiones que registra son de hace 200 años atrás. El cambio climático es acumulativo, no es un problema de hoy”. Y con la perspectiva tanto geográfica como temporal que da la experiencia y la visión mundial, deja caer una reflexión tan decisiva como poco ilusionante: “en Cataluña no veo un liderazgo fuerte, hay personas destacables que llegan van”.
Ciencia y política, un vínculo en marcha
El segundo momento vital llega cuando observa cómo se valora en la Universidad de Stanford y en el Smithsonian Tropical Research Institute la colaboración entre ciencia y acción política. “No interesaba, no se consideraba ciencia”, recuerda, “pero comparémoslo con la situación actual en la que muchos centros van por delante y, de hecho, necesitan interaccionar con los gobiernos. Hace falta un tipo de perfil científico capaz de mantener este intercambio y, de hecho, considero que el CREAF ha sabido hacerlo y ha habido una voluntad dirigida de ser relevante para la sociedad catalana y para la ciencia en general”.
"El CO2 s'acumula a l'atmosfera des de fa milers d'anys i s'hi queda de manera irreversible: hem d'actuar per tendir a zero. Ara bé, si reduïm o aturem la quantitat metà de l'atmosfera, veurem una reducció de l'escalfament global"
Pep Canadell, membre del Comitè Científic Internacional del CREAF
La tercera vivencia clave tiene que ver con el Intergubernmental Panel on Climate Change y se configura al constatar que el conocimiento científico fundamentado para desencadenar acción política y cambios profundos está disponible hace al menos 20 años. “El IPCC es un modelo fantástico del que son propietarios 196 gobiernos del mundo, que indican sobre qué necesitan asesoramiento. No tenemos otro modelo tan genuino. Quizá sea ingenuo, pero más que a los gobiernos seguramente debemos llegar a la sociedad, si bien seguro que el IPCC debe seguir mejorando”. Y llama al reciente comité de asesoramiento científico que el gobierno central español ha creado recientemente y la necesidad de estructurar sus procesos, más allá de convertirse en un corpus externo al que se pide consejo.
Parar el problema
Como un eje científico y vital, el cambio climático tiene una presencia constante en el discurso de Pep Canadell. Como no podia ser de otra forma, al fin y al cabo. Estudia el calentamiento del planeta y propone alternativas para dejar de emitir dióxido de carbono desde lo que llama revolución tecnológica verde, que pasa por la electrificación. "El dióxido de carbono se acumula en la atmósfera desde hace miles de años y debemos actuar para tender a cero", afirma. “Lo importante con el cambio climático no es solucionar el problema, sino detenerlo. Y, por tanto, acabar con las emisiones. Además, entre los combustibles fósiles hay que tener en cuenta el metano, mucho más potente que el dióxido de carbono, que se sigue concentrando en la atmósfera. La gran diferencia entre el CO2 y el metano es que si reducimos o detenemos la cantidad del segundo en la atmósfera, muy pronto veremos una reducción del calentamiento global. El CO2 se queda en el planeta durante miles de años de forma irreversible, si bien ambas emisiones siguen creciendo”.
"Tenemos un problema de falta de agua que afecta a una cantidad muy grande de personas y la solución debe ser técnica, propulsada por energías renovables. Hay que electrificar, prescindir de los combustibles fósiles y realizar la transición a energías renovables"
La tecnología propulsada por energías renovables es uno de los argumentos bastante de Canadell que apunta, por ejemplo, al crítico momento de asediado de agua. “Tenemos un problema de falta de agua que afecta a una cantidad muy grande de personas y la solución debe ser técnica. Otra cosa son las soluciones basadas en la naturaleza, el papel de los sumideros de carbono, el paisaje, los bosques, los cultivos... Todo lo que sean soluciones basadas en la naturaleza aportará un paisaje más restaurado, resiliente, renovable a la vez que capta emisiones residuales. Aquí está el gran problema: marcamos en 2050 como año de emisiones cero, pero no lo será porque algunos sectores de la industria no podrán asumir la transición a renovables por su alto coste en este contexto. Es cuando intervienen las alcantarillas de carbono por el 10 a 15% de emisiones que no se pueden eliminar. Ahora bien, depende de dónde nos situemos, no sabemos hasta qué punto Cataluña se seguirá secando dentro de 50 años...”.
Lejos de un tono pesimista, el veterano científico da la bienvenida a iniciativas locales y multilaterales como el consorcio internacional Mediterranean Climate Action Partnership (MCAP), impulsado por los gobiernos subnacionales de California y Cataluña, que representa a 14 bioregiones de clima mediterráneo de 5 continentes y presentada en la COP28. "En la transición todo el mundo está involucrado porque todos los sectores económicos y actores sociales tienen un papel", afirma contundente. "Hay que ver múltiples formas de relacionarse, de intercambiar información y lecciones aprendidas. En esto las ONG han sido muy activas y hay que tenerlas en cuenta por su capacidad de relación, por ejemplo, Renovémonos”.