Reportaje

¿Por qué se mueren los árboles?

Els patògens (principalment fongs i bacteris) i plagues forestals són un dels principals causants de debilitament i mortalitat forestal. Imatge: Galdric Mossoll
Técnico/a de comunicación

Galdric Mossoll Clos

Soy biólogo ambiental (Universidad Autónoma de Barcelona, ​​2021) especializado en la gestión y conservación de la biodiversidad (Universidad de Barcelona, ​​2022). Combino la biología con la fotografía de naturaleza, intentando
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Algunos pinos retorcidos de las montañas de California y Nevada, en Estados Unidos de América, germinaron hace cerca de cinco mil años. Han vivido gran parte de la historia de la humanidad. Por otra parte, algunas especies efímeras del desierto tan sólo viven unas pocas semanas.

La especialización de los tejidos en forma de conductos para transportar el agua permitió a algunas plantas crecer más en altura. Esto marcó un punto de inflexión en la evolución de la flora, dando lugar a una importante diversificación taxonómica, y comportó la formación de los primeros bosques. De repente, la luz solar se convirtió en el recurso clave para la competencia entre especies.

Desde entonces, las plantas vasculares se han distribuido por casi todo el planeta, sobreviviendo las más adaptadas a las condiciones de cada rincón del mundo. Esto ha supuesto una inmensa diversidad de estrategias de vida, que han determinado la morfología, la fisiología y la ecología de cada especie. Desde plantas diminutas a otras que se levantan cientos de metros; especies parásitas que nunca tocan el suelo; especies que se dispersan gracias a los animales, al viento o al agua; especies que producen millones de semillas o sólo una, etc. 

El tiempo que tarda una especie vegetal en finalizar su ciclo vital (nacer, crecer, reproducirse y morir) viene determinada por una combinación de factores genéticos, fisiológicos, evolutivos y ambientales.

Al igual que las impresoras o los teléfonos móviles han caído en la trampa de la obsolescencia programada, la longevidad de cada especie viene determinada por un factor genético. Por muy buenas condiciones que tenga un organismo, si está programado para vivir treinta años así lo hará (siempre con alguna posible variación). Un ejemplo claro somos las personas, que tenemos una esperanza de vida de entre 70 y 80 años y, por mucho que cuidemos, no viviremos (de momento) hasta los doscientos años. Y lo mismo ocurre en el mundo forestal: cuando los árboles llegan a la fase de senescencia —o vejez— sus tejidos sufren fatiga, las células comienzan a morir y eso facilita la caída de ramas o, hasta el derrame del tronco principal por vendavales. Llega su momento final.

Por otra parte, la gran mayoría de plantas no pueden moverse del lugar donde nacen y, por ello, han tenido que desarrollar adaptaciones para convivir con las variaciones climáticas de su entorno. El problema llega cuando estas condiciones varían repentinamente o llegan nuevos organismos al ecosistema que lo modifican, y los hace más vulnerables a la muerte. 

 

Los patógenos (principalmente hongos y bacterias) y plagas forestales son una de las principales causantes de debilitamiento y mortalidad forestal. En muchos casos se tratan de organismos recién llegados que encuentran recursos y condiciones favorables para establecerse y desarrollarse. Sin embargo, también podemos encontrar especies locales como podría ser la oruga peluda del corcho (Lymantria dispar), que se alimenta de las hojas de las encinas, y que en condiciones óptimas pueden generar grandes explosiones demográficas que conllevan defoliaciones masivas de las encinas, o los escolítidos que se alimentan y hacen galerías por las capas internas de la corteza de los pinos, comportando su muerte. Por otro lado, existen microorganismos que en años de mucha lluvia y humedad se propagan con mayor facilidad y afectan a los árboles, como podría ser el caso de Phytophtora, un hongo que afecta a las raíces de los árboles impidiendo que puedan absorber agua y nutrientes de forma correcta y pueden terminar muriendo. 

Los incendios forestales son una de las perturbaciones más típicas en las regiones de clima mediterráneo. Pese a esta asiduidad, pueden arrasar con hectáreas de bosque que no se recupera y cambiar un paisaje para siempre. Además, ahora, debido al cambio climático, los incendios son cada vez más recurrentes y de mayor extensión y acaban con la vida de muchas de las especies de las zonas afectadas. Sin embargo, debemos recordar que algunas especies de la vegetación mediterránea están adaptadas al fuego, como las encinas y los pinos carrascos, y tienen mecanismos de resistencia a las altas temperaturas como cortezas ignífugas o una gran capacidad de rebrote. Otros, en cambio, como el pino laricio o el pino silvestre difícilmente se recuperarán ante los grandes incendios. 

Bosc afectat per la sequera a les muntanyes.

Las condiciones climáticas extremas son otra causa repentina de mortalidad forestal. Actualmente, la sequía prolongada es la más evidente y concretamente las regiones de clima mediterráneo son las más susceptibles a pagar sus consecuencias, ya que se encuentran en zonas de transición climática, entre la árida y la templada. La falta de agua en el sustrato rompe la columna de agua interna de los árboles haciendo que colapsen los conductos que transportan el agua de las raíces a las hojas y acaben muriendo. Este proceso se conoce con el nombre de embolia. Como consecuencias de este aumento de las temperaturas y sequías, los bosques están migrando altitudinalmente y latitudinal, sustituyendo a los bosques más meridionales y de cotas bajas, por especies más adaptadas a condiciones de secano. Hay que tener en cuenta que las inundaciones o grandes ventoleras, son otros ejemplos de condiciones climáticas extremas. 

 

La ciudadanía puede ayudar a detectar la salud del bosque 

AlertaForestal es una iniciativa de ciencia ciudadana del CREAF que realiza un seguimiento de la salud de los bosques de Cataluña con la colaboración del voluntariado. Gracias a estos “centinelas” de los bosques podemos aportar un granito de arena en el seguimiento del impacto de afectaciones como la sequía, la procesionaria y la oruga del boj. Todo el mundo puede participar en este proyecto simplemente aportando fotografías horizontales de paisajes forestales afectados a través de la aplicación para móvil AlertaForestal

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