Las encinas sedientas pierden un 21% más de carbono por las raíces
Una vez rehidratadas, las encinas han mostrado una gran capacidad de recuperación, gracias a estar muy bien adaptadas al clima mediterráneo. La liberación de sustancias al suelo supone una pérdida considerable de carbono para la encina y modifica la comunidad microbiana que vive, lo que puede afectar de rebote nuevamente la planta.