¿Está siendo efectiva la educación ambiental?
En 1970 hubo una conferencia internacional sobre educación ambiental, organizada por la IUCN Y la UNESCO, en la SchoolCurriculum del ForestaInstitute de Carson City, Nevada. Uno de los resultados de la reunión fue la primera definición de educaciuó ambiental que tuvo una amplia aceptación. El concepto había nacido tal vez un par de años antes en el Reino Unido, y allí era donde se había desarrollado principalmente.
La definición decía:
La educación ambiental es el proceso de reconocimiento de valores y clarificación de conceptos dirigido a desarrollar habilidades y actitudes necesarias para entender Y apreciar las interrelaciones entre el hombre, su cultura y sus entornos biofísicos. La educación ambiental también está implicada en la toma de decisiones y la auto-formulación de un código de comportamiento sobre los temas que conciernen a la calidad ambiental.
Esta definición es muy interesante: la primera frase es una descripción convencional que se podría aplicar a cualquier tipo de educación específicos, pero la segunda contiene dos aspectos que apuntan a objetivos más ambiciosos, la toma de decisiones y un código de comportamiento sobre la calidad ambiental.
El 30 de octubre del mismo año, en EEUU, el presidente Richard Nixon firmaba la Ley Nacional de Educación Ambiental (NEEA). Esta ley la escribió el senador Gaylord Nelson y se proponía "proteger y promover la calidad ambiental mediante la educación". Esto se quería lograr incorporando la educación ambiental en la educación formal e informal en los EEUU, creando una Oficina de Educación Ambiental, un Consejo Nacional Asesor y un programa de becas para maestros y para adaptación de los planes de estudio. Las carencias de presupuesto y las presiones en contra de la nueva ley acabaron con ella en 1981. Una nueva NEEA fue reformulada y aprobada el 1990, con su Oficina, programas de formación, becas, Consejo Asesor, etc., esta vez bajo la tutela de la Agencia de Protección Ambiental (EPA).
Si consideramos que los problemas ambientales, según la mayoría de expertos, han crecido de una manera peligrosa a lo largo de las últimas décadas, incluidos el cambio climático, la acidificación de los océanos, la destrucción de biodiversidad, los riesgos alimentarios en una demografía en rápido crecimiento, la vulnerabilidad a una quiebra de los abastecimientos en agua potable y energía, etc., el hecho de que la cuestión ambiental no aparezca en lugar destacado en las prioridades de la gente en EEUU y en Europa significa que la educación ambiental no ha alcanzado sus objetivos. Ciertamente, la fuerte oposición de poderosos intereses a una educación en la que acusan de tener una base ideológica ha jugado un papel en este fracaso, pero en mayor parte la hemos de atribuir seguramente a las dificultades de integrar proyectos orientados a la acción y en la solución de problemas en la rígida estructura del sistema educativo.
España es un claro ejemplo. Los orígenes de la educación ambiental en España se pueden situar en los itinerarios de naturaleza de Santiga (el 1975, hace 40 años), diseñados por un equipo de ecólogos y botánicos de la Universidad Autónoma de Barcelona y de profesores de instituto. Vino después un rápido desarrollo de materiales educativos, centros de educación ambiental y otras iniciativas y también se multiplicaron las ofertas de grados y post-grados en ciencias ambientales en las universidades.
Pero la preocupación por el ambiente es todavía bastante escasa y ha bajado como consecuencia de la crisis económica. Podemos llegar a algunas conclusiones: 1) La educación ambiental no ha sido capaz de integrar proyectos orientados a la acción; 2) la educación es esencial, pero ella sola no cambia el comportamiento humano, porque siempre hay otras motivaciones en conflicto; 3) El anti-ambientalismo es muy poderoso en los medios de comunicación; 4) Como consecuencia de los puntos anteriores y otros problemas, el pensamiento científico tiene graves dificultades para llegar a las grandes masas de población.