Greenpeace UK alerta de la toxicidad de los insecticidas para los polinizadores
El informe es una revisión de artículos científicos acerca de la ecotoxicidad que tienen los neonicotinoides sobre los polinizadores de cultivos. El documento utiliza ampliamente los resultados de un estudio con abejas y abejorros de los investigadores del CREAF Jordi Bosch y Roberto Molowny.
Uno de los problemas más graves a los que se enfrentan los insectos polinizadores es el uso de productos químicos en la agricultura. Entre los más utilizados están los neonicotinoides, unos insecticidas que se empezaron a usar a mediados de 1990 y que rápidamente se convirtieron en los insecticidas más utilizados en todo el mundo. Pero ya hace casi una década que la comunidad científica alerta que los neonicotinoides afectan negativamente organismos que no son su objetivo directo. También perjudican a animales como abejas y abejorros, y causa alta mortalidad y pérdida de diversidad de polinizadores y otros seres vivos. En 2013, la UE en vetó parcialmente su uso, pero reconocía una falta de información al respecto. Esto movilizó la comunidad científica e hizo que aumentaran los estudios relacionados con toxicidad de los neonicotinoides.
El pasado enero, Greenpeace del Reino Unido emitió un informe titulado The Environmental Risks of Neonicotinoid Pesticides: a review of the evidence post-2013. En él se hace una revisión exhaustiva de los artículos relacionados con el tema publicados desde el 2013. Este informe confirma los riesgos asociados a los neonicotinoides usados en la agricultura y, además, alerta de que son unos insecticidas muy móviles que contaminan las aguas, el suelo y la vegetación natural. Así, los polinizadores no sólo se envenenan con las plantas de los cultivos tratados, sino que también lo hacen con plantas salvajes a las que les han llegado los neonicotinoides indirectamente. Esto pone en grave peligro a polinizadores clave para los sistemas agrícolas y a todo el ecosistema en general.
El informe de Greenpeace UK califica de irresponsabilidad seguir usando estos productos químicos, y pide el veto especialmente para tres neonicotinoides: el imidacloprid, el tiametoxam, y la clotianidina. Las abejas y otros polinizadores entran en contacto con estos contaminantes sobre todo a través del polen y el néctar de las flores de plantas salvajes y de los cultivos, y por el aire que respiran y con el que están en contacto estos insectos. Además, el documento de Greenpeace enumera también otros riesgos para la salud ambiental y humana. Los neonicotinoides pueden afectar a las poblaciones de depredadores de plagas; perjudicar a otros organismos del ecosistema no directamente relacionados con las zonas agrícolas; y permanecer durante muchos años retenidos en los suelos y acumulados en las masas de agua.
Para la elaboración del informe, Greenpeace ha utilizado los resultados obtenidos en una gran variedad de estudios. Entre ellos, destaca uno publicado en 2016 en la revista Pest Management Science, dirigido por Jordi Bosch, y en el que participa el también investigador del CREAF Roberto Molowny Horas. El estudio analiza el efecto combinado que tienen un neonicotinoide (la clotianidina) y un fungicida sobre dos especies de abeja (Apis mellifera y Osmia bicornis) y un abejorro (Bombus terrestris), todas ellas polinizadoras.
El informe de Greenpeace, a partir de las evidencias recogidas, pide eliminar estas prácticas tan agresivas para el medio ambiente y retornar a prácticas agrícolas naturales, que mantienen una mayor biodiversidad, son capaces de controlar las plagas y las enfermedades y mejora la resiliencia de los ecosistemas.