El arte como herramienta científica tiene premio en el 20º Congreso Internacional de Botánica
Cada vez son más las personas que consideran que el arte puede enriquecer enormemente la producción científica generando y transmitiendo conocimiento a través de los sentidos y las emociones. Así lo ha reconocido el XX Congreso Internacional de Botánica celebrado en Madrid en julio de 2024, que ha otorgado un premio al mejor póster sobre arte y ciencia a una propuesta en esta línea en la que ha participado Paula Bruna, investigadora del CREAF y del Institut Botànic de Barcelona. Entre los 2300 trabajos presentados se ha elegido el póster interactivo elaborado a 6 manos por Bruna junto con Pol Fernández e Iván Pérez-Lorenzo, investigadores del Institut Botànic de Barcelona y la Universitat de Barcelona.
Su trabajo profundiza en cómo el arte puede ser una herramienta para la investigación científica a través de 3 montajes artísticos que se basan en 3 investigaciones en botánica. Por un lado, se muestra cómo las repeticiones de ciertos elementos en los genomas vegetales generan un lenguaje visual que recuerda a las formas de comunicación alienígena de la película Arrival. Por otro, una composición audiovisual invita a observar las actividades nocturnas de los artrópodos sobre los capítulos de milenrama desde otro punto de vista. Por último, una patosa coreografía evidencia que la globalización ha convertido en invasoras a algunas especies vegetales creando una especie de “fito-monstruos” modernos, al más puro estilo de Mary Shelley.
Una coreografía que nos advierte de nuestra responsabilidad en las invasiones biológicas
La expansión de muchas especies que clasificamos como invasoras es consecuencia de las primeras expediciones botánicas de la humanidad. A través de A modern dance, la investigadora Paula Bruna propone conectar dos especies vegetales, la Araujia sericifera y la Kalanchoe × houghtonii, respectivamente con dos clásicos literarios: El Extraño Caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde (Stevenson, 1886) y Frankenstein o El moderno Prometeo (Shelley, 1831).
Por un lado, la Araujia sericifera , a la que algunos llaman planta cruel, presenta una dualidad narrativa que Bruna relaciona con el libro de Stevenson. El cultivo de esta especie se promueve en el este de Sudamérica ya que favorece la proliferación de la mariposa monarca. En cambio, en el sur de Europa se la considerada invasora pues provoca graves problemas en los bosques y los cultivos.
Por otro lado, en 1930 el horticultor A.D. Hougthon buscaba crear una planta más prolífica y resistente. El resultado de sus cruces en el laboratorio fue la Kalanchoe × houghtonii o madre de millones. Igual que ocurre en la novela de Shelley, el “monstruo” sale del laboratorio, genera estragos y acaba siendo perseguido. La madre de millones es ahora considerada una de las especies invasoras con más poder de expansión del mundo.
En la instalación de Bruna, ambas especies danzan torpemente una música moderna compuesta por sonidos relacionados con nuestro deseo ilimitado de producir, poseer y controlar. De esta manera, la pieza reflexiona sobre la responsabilidad de los humanos en esta coreografía fito-zombi.