Annelies Broekman, pasión y urgencia para descifrar el cambio global
El contraste entre un jardín verde bajo el cielo gris plomo de los Países Bajos y el brillo de los colores del sur de Italia marca un antes y un después en la vida de la investigadora del CREAF Annelies Broekman. Bélgica es el escenario de su infancia hasta los 10 años; la Puglia italiana es el primer contacto con el Mediterráneo y con un nuevo hábitat dominado por la luz. “Crecí en el jardín familiar, jugando con erizos, mirlos y capturando orugas para ver si se transformaban en mariposas. Vivía junto a un bosque de caducifolios, con una agro ecología propia del norte de Europa que siempre me gustó mucho”, rememora con su positivismo pegadizo.
"Crecí en el jardín familiar, jugando con erizos, mirlos y orugas. La etología era mi mundo: soñaba con poderme comunicar con los animales para entenderlos y cuidarlos"
En el sur de Italia encontró reptiles, erizos de mar, algas y peces que observaba los largos veranos meridionales. En esa época leía Conrad Lawrence y Gerald Durrell: “la etología era mi mundo: soñaba con poderme comunicar con los animales para entenderlos y cuidarlos”. Son los años en los que construía terrarios en su habitación con animales de un centro de recuperación y que alguna vez se escapaban, como ocurrió con unas víboras, con gran paciencia de su madre.
En lugar de la etología, se decantó por la ingeniería agraria en la Universidad de Bolonia (Italia), que acabó con un trabajo final sobre la inmunología de los peces. Tiempo después, hizo un salto y en su doctorado analizó la relación entre una nueva tarificación del agua para la agricultura y el cumplimiento de los objetivos ambientales de las políticas europeas. Una de sus conclusiones principales fue que las dinámicas del uso del agua en agricultura son complejas y necesitan una visión integrada, para dar respuesta a las expectativas de ahorro y reducción de los impactos ambientales del sector.
Su interés por las políticas de gestión del agua la llevan a profundizar en ellas desde la Universidad de Zaragoza (España) con el físico e investigador Pedro Arrojo, relator especial de Naciones Unidas sobre los derechos humanos en el agua potable y al saneamiento, y con la Fundación por una Nueva Cultura del Agua, una red académica y de movimientos sociales de la Península Ibérica. Hoy recuerda esta colaboración desde la "inmensa generosidad y espíritu de compartir conocimiento sobre conflictos del agua, en un sentido integral y con un cuerpo argumental de estudios punteros enorme". Y habla de una formación interdisciplinar con gran riqueza.
Una visión social del agua
El estudio y la acción sobre el terreno son el preámbulo de una larga dedicación especializada en políticas de gestión del agua, que pasa por acompañar el activismo desde la ciencia. "Entiendo el rol de la ciencia en la sociedad al profundizar en la nueva cultura del agua".
"Para estudiar el agua hay que integrar una visión político social"
Su interés por las luchas locales de los movimientos sociales en defensa de los ríos la lleva a colaborar con diversas ONG, a las que aporta el apoyo técnico y científico con una visión amplia. Es la época en la que trabajar casos diversos pone en evidencia que la gestión del agua construye patrones similares en todo el mundo. "En el mundo los problemas del agua son tremendamente parecidos: ésta es una ventaja para compartir soluciones y proyectos transformadores con los movimientos sociales", reflexiona Broekman. "El agua es un bien común, la base de toda la vida y un monopolio natural: no podemos elegir no tener agua. Por eso es fundamental evitar el acaparamiento de recursos y asegurar un modelo de gobernanza que considere las cuencas como sistemas hidro-sociales".
"El agua es un bien común, la base de toda la vida y un monopolio natural: no podemos elegir no tener agua. Por eso es fundamental evitar el acaparamiento de recursos y asegurar un modelo de gobernanza que considere las cuencas como sistemas hidro-sociales".
ANNELIES BROEKMAN, investigadora del CREAF.
La metodología de trabajo de Broekman y su aproximación a las políticas de gestión del agua se forjan gracias al trabajo sobre el terreno. En Cataluña, por ejemplo, gracias a los procesos participativos vinculados al primer ciclo de planificación de la Directiva Marco del Agua (2009-2015), colaboró con la Red para una Nueva Cultura del Agua, que presidía el ecólogo Narcís Prat, y con la Agencia Catalana del Agua para garantizar un seguimiento exhaustivo del debate en las 17 cuencas internas. "La ciencia debe servir para innovar en la forma de pensar, en prácticas diversas de gestión del agua y también en nuestro relato", afirma. "El agua no puede estudiarse sin integrar una visión político social. Debe mirarse con visión conjunta, porque es la interconexión entre todos los sistemas vivos y biofisicos".
La adaptación es local o no es
Casi por casualidad y sin proponérselo, llega al CREAF para conocer el equipo que iniciaba el proyecto europeo BeWater. El entendimiento fue tan fluido, que lleva 10 años trabajando en el centro. "El BeWater fue una aventura preciosa: conocí la riera Tordera, donde todavía trabajo", explica. "Permitió desarrollar medidas que siguen vigentes, como el espacio de gobernanza y la estrategia integrada por el delta y la baja Tordera". Hoy su enfoque se incluye en las acciones para hacer frente a la emergencia climática del Consejo Comarcal de El Maresme, en Cataluña.
"En el mundo los problemas del agua son tremendamente parecidos: una ventaja para compartir soluciones y proyectos transformadores con los movimientos sociales"
Con el convencimiento de que "la adaptación al cambio global es local o no es", Annelies Broekman busca la colaboración activa y estable con las administraciones locales: "Ha sido una satisfacción" afirma, "la Mesa de Trabajo para el Adaptación al Cambio Climatic (METACC) ha contado con un comité científico integrado por 40 investigadores punteros de Cataluña para mejorar la estrategia de mitigación y adaptación de la comarca del Maresme". Los resultados se presentaron en los 30 ayuntamientos que la configuran para priorizar acciones y conocer las necesidades de cada muncipio, la base para aprobar el documento final por unanimidad.
El trabajo de innovación que la investigadora ha liderado sobre gobernanza para la adaptación al cambio climático se genera en un entorno multidisciplinar y busca incluir las voces de todos los actores: las personas, los sectores económicos, las entidades. "Uno de los retos ahora es la coordinación institucional y superar la fragmentación de competencias para hacer realidad las medidas planteadas y reducir la vulnerabilidad de este territorio", afirma.
Su reto actual se llama Misión para el Patrimonio Natural, forma parte del nuevo programa Interreg Euro-MED y se propone concretar el conocimiento científico basado en la experiencia dirigido a personas con poder de decisión. El foco, "crear una comunidad de prácticas para transferir conocimientos que ayuden a restaurar, proteger y poner en valor el patrimonio natural en el Mediterráneoo".
Aprender y transformar
Hay una mezcla de idiomas en su manera de hablar, una multiplicidad que no hace más que evidenciar su carácter políglota, accesible, dialogante y absolutamente desenvuelto y expansivo. “Los idiomas están vivos. Admiro profundamente a quien los aprende desde un libro, yo soy incapaz. Los aprendo porque los necesito para expresarme”.
"Mi responsabilidad es intentar facilitar en lo posible dinámicas positivas y críticas constructivas, transformaciones reales y aprender de la experiencia para formular nuevas preguntas"
La pasión y la urgencia marcan el ritmo de Annelies Broekman, tanto al expresarse como al abordar cuestiones. Una actitud siempre filtrada por una enorme consideración, tanto hacia las personas como el entorno. “Mi motivación proviene del privilegio de aprender y formar parte de una red global de personas que luchan por defender la vida”, explica con una sonrisa permanente.
La reflexión va más allá y apuntala su dedicación a la investigación, para mejorar la gobernanza que permita adaptar la región Mediterránea al cambio global: "mi responsabilidad es intentar facilitar en lo posible dinámicas positivas y críticas constructivas, transformaciones reales y aprender de experiencia para formular nuevas preguntas". Este enfoque implica el constante intercambio, deliberar sobre retos identificados, aplicar metodologías para co crear soluciones y promover una cultura del aprendizaje mutuo para encarar la complejidad del cambio global.