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Aprender a abrir los ojos al entorno más próximo: un proyecto educativo transversal

Investigador/a

Josep Barba Ferrer

Soy licenciado en Biología por la Universidad de Barcelona (2009), máster en Ecología Terrestre por la Universidad Autónoma de Barcelona (2010), y doctor Biología por la Universidad Autónoma de Barcelona
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Una crónica escrita por Josep Barba, investigador del CREAF.

  • ¿Sabrías dibujar un pingüino o un canguro? - Sí, está claro. 

  • ¿Y sabrías dibujar una gineta o un tejón? - ¿Qué son estos animales?

El proceso de urbanización ha provocado que buena parte de la sociedad cada vez esté más desconectada del entorno natural que lo rodea. El conocimiento de la naturaleza se adquiere, en la mayoría de los casos, a través de libros, documentales, películas, u otros contenidos multimedia. Esto ha tenido un impacto en la mayoría de niños y adultos, están mucho más familiarizados con la fauna de la otra punta del mundo que con la que pueden tener en la azotea de casa, el patio de la escuela, o en el bosque de al lado del pueblo. Tenemos una fauna muy espectacular y diversa, pero puede ser tan próxima como desconocida. Y quien no conoce, no ama. Y quien no ama, no respeta. Conocer, amar y respetar el patrimonio natural nos arraiga a la tierra, nos conecta con un lugar físico y nos ensancha la visión del mundo. En esta entrada del blog os querría hablar de una de las experiencias más bonitas que he vivido como ecólogo: acompañar 47 niños y niñas de 9 y 10 años en el descubrimiento de su entorno natural más próximo.

Conocer, amar y respetar el patrimonio natural nos arraiga a la tierra, nos conecta con un lugar físico y nos ensancha la visión del mundo.

Un día del mes de diciembre pasado, un padre de la escuela Lacustària de Llagostera estaba hablando con el tutor de su hija en la salida de la escuela. Comentaban que era una lástima que los “niños y niñas de hoy en día” no conocieran nada su entorno, que saben más qué es un koala que un tejón. Yo, que también tengo un hijo en la misma clase, me añadí a la conversación. Y, ¿por qué no impulsábamos un proyecto para acompañar los niños a descubrir el que los rodea? Teníamos todos los ingredientes necesarios para que el proyecto funcionara: un entorno privilegiado de diversidad, en la confluencia de la llanura de la Selva, la sierra de la Ardenya y el macizo de las Gavarres; Jordi Soler, el padre motivado y naturalista de referencia en las comarcas gerundenses; Marc Juanola, tutor de 4.º de primaria que ‘encanta’ a los niños como el flautista de Hamelin; mi formación de ecólogo e investigador del CREAF para encajar piezas; carta blanca por parte de la escuela; y 47 alumnos y alumnas con ganas infinitas de aprender.

Descubrir la biodiversidad en la escuela

Y, ¿por dónde empezamos? Por el entorno más próximo. Por la misma escuela. Instalamos una cámara de fototrampeo en el huerto de la escuela, y aquí llegaron las primeras sorpresas para el alumnado: zorzales, petirrojos, mirlos, ratones, gorriones, mosquiteros y hasta algún gato cazando, entre otros. ¿De dónde salían todos aquellos animales? ¿Habían aparecido por arte de magia o habitaban este lugar? Y, si en el mismo patio de la escuela había tantos animales, ¿qué encontraríamos en los campos, prados, márgenes y bosques de al lado de la escuela? Con el alumnado, instalamos dos cámaras de fototrampeo en un bosque próximo, e hicimos dos salidas por los alrededores de la escuela. Alumnos y alumnas iban listando los animales que veían y los rastros que encontraban: muchos pájaros, pelos de jabalí en un tronco rascado, agujeros de pájaro carpintero en un tronco, plumas de una paloma torcaz que había depredado un azor, madrigueras de conejo, árboles con la corteza pelada por los cuernos de un corzo, piñas mordisqueadas, etc. También visitamos una balsa temporal llena de ninfas de libélula y de renacuajos de sapo de acicates. Poco a poco, los caminos y los márgenes que habían pisado muchas veces empezaban a llenarse de vida, a explicar una historia que, hasta el momento, les era desconocida.

Pero el plato fuerte, la sorpresa mayúscula, vino cuando descargaron los videos de las cámaras. La emoción y la incredulidad se mezclaban a partes iguales. Zorros, jabalíes, ginetas, corzos, tejones, ratones, garduñas, faisanes… Y todo esto, ¡a tan solo 600 metros de la escuela! Caras de excitación de cuando no se tienen expectativas. 

Aprender a observar animales pequeños

La lista de animales grandes era extensa. Pero; ¿qué pasaba con los animales más pequeños? Hicimos una tercera salida para descubrir los invertebrados del entorno. Íbamos andando todos en fila india por un camino entre campos de cereales, con los márgenes muy florecidos. Si alguien veía un animal, tenía que levantar la mano, pero pocas manos se levantaban si no era por alguna hilera de hormigas que cruzaban el camino o alguna mariposa volando. Cuando llevábamos unos centenares de metros, los hicimos parar, pedimos que se acercaran a la flor que tuvieran más próxima y se fijaran bien. Enseguida, un goteo de manos se empezó a levantar con excitación. Abejas, escarabajos, arañas, garrapatas, tijeretas, orugas, saltamontes, … ¡un no parar! El alumnado acababa de hacer un clic. 

Sortida de camp. Autoria: projecte entorn.
Salida de campo. Autoría: Josep Barba.

Como si se les hubiera caído una venda de los ojos, empezaron a ver cosas que antes no veían.

Como si se les hubiera caído una venda de los ojos, empezaron a ver cosas que antes no veían. A partir de aquel día, empezaron a enviar fotos y videos a su tutor de las cosas que veían cuando paseaban por la calle, cuando iban a la escuela, a comprar o cuando jugaban en el patio; ‘hay un erizo en el parque del lado de casa!’; ‘un nido de golondrinas en aquel tejado’; ‘mira qué serpiente hay a la acera’; ‘en la balsa de casa hay tritones’, ¡Una salamandra en el patio de la escuela!’ Día a día, la lista de animales que habían visto fue creciendo hasta las 120 especies.

Cuadernos de campo 

Cada estudiante hizo una ficha técnica detallada de uno o dos animales, con información sobre el grupo al cual pertenecían, los hábitats donde los habían encontrado, su alimentación, el papel dentro de la red trófica, su abundancia y la curiosidad o habilidad que más les sorprendiera. Ahora era el momento de ir encajando las piezas del rompecabezas, y fue todo un reto. 

Sortida de camp. Autoria: projecte entorn.
Salida de campo. Autoría: Marc Juanola.

Para hacerlo, el alumnado contó con la ayuda de expertos y expertas en diferentes ámbitos, como Ferran Sayol, investigador del CREAF, que les habló del gato montés y de las colonias de gatos domésticos; Yolanda Melero, investigadora del CREAF y la Universitat de Barcelona, sobre el papel de las mariposas, Guillem Bagaria de la Xarxa per la Conservació de la Natura (XCN), sobre la importancia de los ecosistemas mosaico; Guille Peguero investigador del CREAF y la Universitat de Barcelona, sobre el papel de la fauna del suelo; Eudald Pujol de la Sociedad Catalana de Herpetología, explicó el rol de los anfibios en la red trófica; Ponç Feliu del Parque Natural de Cap de Creus, les habló de las rapaces, o Ramon Ferré del GEPEC, que les explicó la contribución de los murciélagos en el control de las poblaciones de insectos.

La contribución más importante de estos expertos no fue transmitir conocimientos, sino el salto cualitativo en la percepción que el mismo alumnado tenía del proyecto.

Con toda seguridad, la contribución más importante de estos expertos no fue transmitir conocimientos, sino el salto cualitativo en la percepción que el mismo alumnado tenía del proyecto. Había dejado de ser un proyecto restringido al ámbito escolar, con la participación del profesorado y de dos padres de alumnos, para ser un proyecto donde participaban profesores universitarios, investigadores destacados, gestores del territorio y naturalistas reconocidos. De repente, tuvieron la sensación que aquello que estaban haciendo era realmente importante y único.

Un mundo lleno de interacciones

Y ahora, ¿cómo teníamos que seguir? ¿Cómo dábamos un paso más allá de una “simple” lista especies? ¿Cómo canalizábamos las ganas de aprender de unos niños y niñas que nos pedían más? El desafío ahora era que entendieran que las diferentes especies son piezas de un rompecabezas muy grande y complejo. Por parejas o tríos, empezaron a hacer redes tróficas con pocas especies, uniendo las diferentes fichas con líneas en el suelo del gimnasio. Poco a poco, fueron uniendo las pequeñas redes tróficas entre ellas. Las interacciones iban tejiendo una red densa y las especies se hacían más interdependientes.

Mapa d'interaccions entre espècies. Autoria: projecte Entorn.
Mapa de interacciones entre especies. Autoría: Marc Juanola.

Entendieron que los ecosistemas más diversos y con más relaciones tróficas son mucho más resilientes a las perturbaciones.

Hay tantas flechas que me cuesta de entender -dijo Bernat. ¡Exacto! Estaban rodeados de un ecosistema tan complejo que se escapaba de su entendimiento. Jugando a poner y sacar cartas, vieron la importancia de especies clave, el papel central de invertebrados “insignificantes” como los gusanos de tierra, abejas, mosquitos, orugas... Entendieron el efecto que puede tener la caza del zorro sobre las poblaciones de conejos (como ha pasado en la provincia de Lleida), el control de los murciélagos sobre las plagas de insectos del arroz en el Delta del Ebro, el impacto en cascada de la expansión del cangrejo de río americano o el efecto de las colonias de gatos en múltiples especies de la red trófica. Entendieron que los ecosistemas más diversos y con más relaciones tróficas son mucho más resilientes a las perturbaciones.

Más allá del proyecto

Ahora venía una de las partes más delicadas. ¿Cómo se cierra un proyecto como este? Teníamos claro que los niños y niñas tenían que compartir cómo habían experimentado el proyecto, hacer una valoración de su aprendizaje, aunque también queríamos que los resultados del proyecto salieran fuera de la escuela. Primero, el profesorado puso un sofá y un móvil en una clase vacía, para que el alumnado fuera a grabarse explicando su experiencia en el proyecto. El único requisito era no llevar nada preparado. En sus conversaciones, hablan con toda naturalidad de cernícalos, pájaros carpinteros, salamandras, tejones, mariposas, mirlos, golondrinas, lagartijas… La conciencia que han absorbido de su entorno en solo seis meses, pone la piel de gallina.

  • Algún pájaro, como el avión común, un tipo de golondrina, no sabía cómo se llamaba, y le decía pájaro. Nunca la he llamado por su nombre.

  • Me ha sorprendido los animales que viven en Llagostera. Nosotros solemos ver perros, gatos…, pero es que, hay muchos más. Pájaros… la garza, la golondrina, el busardo ratonero o el carbonero común. 

  • Nosotros decimos mariposa, pero hay muchos tipos. Solo en el patio vimos ocho.

  • He aprendido muchas cosas, y mi madre no sabe ni qué es una gineta. No sabía ni que existía.

  • Me ha gustado mucho porque ahora conocemos más nuestro pueblo. Había niños que no sabían nada de animales y ahora somos mini expertos.

Finalmente, el alumnado prepararó una exposición en el Casino Llagosterenc con todo el material elaborado, con la gran red trófica de Llagostera, e hicieron una presentación donde se invitó al alcalde y regidores del consistorio. Los niños estaban muy emocionados, porque si el alcalde venía a escucharlos a ellos, quería decir que habían hecho algo importante. Y sí, tenían razón: habían hecho una cosa muy relevante. 

El proyecto Entorn ha sido una experiencia transformadora para el alumnado y por sus familias. Una experiencia iniciática en el conocimiento del entorno natural.

Por último, querría acabar esta entrada con una reflexión. El proyecto Entorn ha sido una experiencia transformadora para el alumnado y para sus familias. Una experiencia iniciática en el conocimiento del entorno natural. Pero más allá de los animales concretos que han aprendido o de las relaciones específicas que se establecen entre ellos, estos niños y niñas se han arraigado más a la tierra donde viven, se han conectado a una geografía concreta. Esta red trófica ha pasado a ser parte de su identidad. Y, para mí, poderlos acompañar en esta iniciación, ha sido un privilegio.

Las palabras dicen quién somos, dónde vivimos, qué valoramos, y qué despreciamos. Explican nuestro mundo [...]. Nos explican a nosotros (Pau Riba).

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