¿Hay permafrost en Catalunya?
A menudo nos imaginamos el permafrost como suelo congelado propio de las zonas polares. Nada más lejos de la realidad, también en Catalunya podemos encontrarlo en la zona del Pirineo y está en pleno estudio. ¿Cuál es el motivo? Más allá de la curiosidad científica y del patrimonio natural, la búsqueda del permafrost en Catalunya nos permite realizar un seguimiento más completo de los efectos del cambio climático en la alta montaña. Y es que si se deshiela este suelo tan preciado, ¡las emisiones a la atmósfera se multiplican! Además, se pueden producir derribos de edificios y deslizamientos a rutas de excursionismo y alpinismo.
En el Alt Pirineu se ha iniciado el monitoreo de los glaciares rocosos y su permafrost en el macizo del Sotllo (valle de Cardós).
Nuestro investigador Oriol Grau, también coordinador del Observatori de la Recerca del Parc Natural de l'Alt Pirineu, nos explica las peculiaridades del permafrost en Catalunya: aparece a más de 2.800 m de altitud en las vertientes norte de las montañas. Además, en determinados lugares de mucha roca, como los pedreros, propicia que el suelo vaya reptando. Sí, tal y como suena. Cuando se deshace el permafrost que habita bajo los pedreros, se originan los conocidos co mo glaciares rocosos, que muestran un movimiento lento y pendiente abajo como si fuera un reptil silencioso. Por eso, en las regiones donde todavía no se ha detectado permafrost, ver este tipo de movimiento es una pista muy útil para los investigadores e investigadoras, porque indican que probablemente debajo está el famoso suelo congelado. En el Alt Pirineu el año pasado se inició el monitoreo de estas estructuras rocosas y su permafrost en el macizo del Sotllo, en la cabecera del valle de Cardós.
Más allá de los datos iniciales y las modelizaciones sobre la posible distribución del permafrost en Catalunya, Marc Oliva y Josep Ventura, investigadores del grupo ANTALP de la Universidad de Barcelona, se han puesto manos a la obra para situarlo en el mapa junto con Oriol Grau. Prevén realizar diversas perforaciones profundas de prospección en el Pirineo Catalán, Andorra, Occitania y Aragón para poder mejorar el conocimiento sobre su estado de conservación y distribución. Por el momento, se ha evidenciado su presencia en las zonas más elevadas, pero todavía queda mucha investigación de antemano; se trata de un seguimiento costoso con sensores, maquinaria especializada y procesamiento de imágenes de teledetección. El equipo científico aprendió estas técnicas de seguimiento del permafrost en diversas expediciones en Antàrtida y el Ártico, y ahora quieren aplicarlas en el Pirineo para desvelar los secretos que esconde el nuestro.
Deshielo preocupante
Para hacernos una idea, el permafrost se compone principalmente de dos capas: una capa activa, que se congela sólo en invierno y descongela en verano, y una capa más profunda, que permanece permanentemente congelada. Ante el calentamiento global, la capa activa cada vez se descongela a mayor profundidad y durante más tiempo, así que va disminuyendo la capa que está permanentemente congelada. Y esto puede tener consecuencias muy peligrosas para la sociedad.
Cerca del 40% del carbono del suelo se encuentra capturado en suelos orgánicos con permafrost. Si queda expuesto con el deshielo, se generarían tantas emisiones como las que realizan miles de fábricas.
Por un lado, si se descongelara la gran extensión de permafrost en las regiones árticas, se liberaría una cantidad ingente de gases de efecto invernadero, puesto que en muchos de estos suelos encontramos abundante materia orgánica congelada; bien guardada como si fuera una nevera. De hecho, se calcula que si toda esta materia orgánica quedara expuesta, se generarían tantas emisiones de gases de efecto invernadero como las que realizan miles de fábricas en funcionamiento, ya que cerca del 40% del carbono del suelo se encuentra capturado en suelos orgánicos con permafrost.
Por otra parte, en zonas alpinas la amenaza principal de la desaparición del permafrost radica en la desestabilización de las vertientes rocosas, porque se pueden crear desprendimientos y accidentes. Por ejemplo, en el macizo del Mont Blanc cayó recientemente un refugio que estaba construido encima de sustrato con permafrost. Por tanto, la exploración de la distribución y estado del permafrost tiene importancia como indicador de cambio climático, pero también nos advierte de posibles situaciones de peligro para alpinistas y excursionistas.