La deforestación provoca una pérdida irreparable de aves en la selva de Brasil
La Selva Atlántica, que se extiende a lo largo de la costa de Brasil y abarca partes de Argentina y Paraguay, es un punto caliente de biodiversidad. Sin embargo, a lo largo de los años, este ecosistema ha sufrido una intensa deforestación para dar paso a un mosaico de tierras agrícolas, urbanizaciones y pastizales. Un estudio reciente, publicado en Conservation Biology y liderado por el CREAF y el Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo en Brasil, demuestra que el nuevo paisaje heterogéneo tiene un efecto devastador en algunas especies de aves especialistas, que necesitan el bosque para vivir y que cumplen un rol esencial como dispersar semillas, polinizar plantas o controlar plagas e insectos. Según los resultados, estas especies son irremplazables y las funciones que realizan en el bosque no las sustituyen ni las aves generalistas, que son más tolerantes a los cambios, ni las que colonizan el nuevo paisaje.
En concreto, de las 539 especies que el equipo ha incluido en el análisis, han comprobado que 58 se encuentran exclusivamente en zonas con una proporción de cobertura forestal superior al 70%, “un dato preocupante, ya que actualmente solo una décima parte del bosque atlántico está tan bien conservado”, explica Fuzessy. Para llevar a cabo la investigación, el equipo ha utilizado una base de datos extensa que recoge el número de especies y su abundancia en diversos lugares de Brasil y se han contrapuesto con imágenes de satélite de urbes, pastos, campos de cultivo y bosques, con el objetivo de averiguar qué especies se encuentran actualmente en cada hábitat y qué funciones cumplen, “no hemos hecho un análisis temporal, sino que hemos analizado una fotografía de la situación actual”, explica Lisieux Fuzessy, primera autora del estudio, investigadora de la Universidad de São Paulo en Brasil y del CREAF en el momento del estudio.
La pava yacutinga, dispersor de semillas y símbolo indígena
En el corazón de la Selva Atlántica vive un ave única y en peligro de extinción, la pava yacutinga (Pipile jacutinga), “un ejemplo emblemático de las especies especialistas que se están perdiendo”, explica Fuzessy. Se trata de un ave de gran tamaño con una forma similar a una gallina, vive en lugares con mucha cobertura forestal, se alimenta de frutos y es esencial para dispersar semillas, en especial, las de las palmas del género Euterpe que recubren el sotobosque. Esta relación demuestra que bosque y ave se necesitan mutuamente, ya que la yacutinga se alimenta de los frutos de la palma, se refugia y anida entre sus hojas y, a cambio, dispersa sus semillas a través de los excrementos. Además, más allá de su función en el ecosistema, este ave, también conocida en tupí-guaraní como yakú-apetí o ‘yacu blanco’, en referencia a las plumas blancas de su cabeza, tiene un valor cultural para las comunidades indígenas. Por ejemplo, algunos pueblos la consideran un símbolo de belleza y libertad. También como un animal que conecta la naturaleza con los espíritus del bosque.
Otro ejemplo importante como dispersor de semillas es el cotinga aliblanco (Xipholena atropurpurea), que, además, se alimenta de insectos y controla de esta manera su población. También se ven afectadas especies endémicas y amenazadas según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), como la cotorra de tiriba (Pyrrhura cruentata) o el semillero picudo (Sporophila falcirostris) y algunas que están cerca de considerarse amenazadas como la cotinga elegante (Laniisoma elegans) o el macuco (Tinamus solitarius), entre otras.
“La interacción de estas aves con la selva atlántica son un claro ejemplo de la interdependencia entre las aves y el bosque. Con nuestro estudio queremos promover que las estrategias de conservación también tengan en cuenta las funciones específicas de cada una de las especies y no sólo el número de especies totales en una zona”, LISIEUX FUZESSY, primera autora del estudio, investigadora de la Universidad de São Paulo en Brasil y del CREAF en el momento del estudio.
Unas se van, otras llegan
Los resultados del estudio también reflejan que hay nuevas especies que conquistan los hábitats que componen las ciudades, los campos agrícolas y los pastizales, incluyendo algunas exóticas, como la paloma doméstica (Columba livia) y los gorriones comunes (Passer domesticus). De hecho, de las 539 especies analizadas, 107 se encontraban exclusivamente en estas zonas. A pesar de este dato, la investigación concluye que los bosques bien conservados siguen albergando 15-25% más riqueza de especies en comparación al mosaico de hábitats.
“Algunos estudios científicos resaltan que esta heterogeneidad de hábitats es positiva porque facilita que lleguen más especies y, aunque esto en parte es verdad, no compensa la pérdida de las especies especialistas que son clave para salvaguardar el bosque”, concluye Fuzessy.
Este estudio lo ha liderado Lisieux Fuzessy, Marie Curie en el CREAF en el momento del estudio y participan también los investigadores del mismo centro Daniel Sol, Laura Cardador y Joan Maspons. También ha participado la investigadora Sandrine Pavoine del Centro de Ecología y Ciencias de la Conservación CESCO en Francia. El proyecto donde se enmarca este estudio recibió financiación del programa Horizon 2020 de la Unión Europea bajo la Acción Marie Skłodowska-Curie, el Ministerio de Ciencia e Innovación de España, y la Agencia de Gestión de Ayudas Universitarias y de Investigación y el programa COFUND de la Unión Europea.
Artículo de referencia: Fuzessy, L., Pavoine, S., Cardador, L., Maspons, J., & Sol, D. (2024). Loss of species and functions in a deforested megadiverse tropical forest. Conservation Biology. DOI: https://doi.org/10.1111/cobi.14250