La Ecología Profunda
En esta nueva entrega, Jaume Terradas explica las bases de la Ecología Profunda de Naess, sus raíces filosóficas y las implicaciones en la sociedad actual.
La Ilustración quiso liberarnos por la Razón del Absolutismo político y del Dogma religioso. “Pienso, luego existo” es, sin embargo, una afirmación dualista, sólo los humanos piensan y esto consolida el dualismo humanos-naturaleza. La vieja idea judeo-cristiana de que Dios dio a los humanos la Tierra para su sustento y goce persistió tras el Siglo de las Luces en la visión antropocéntrica de las sociedades tecnológicas. Darwin y otros científicos demostraron que los humanos y nuestras culturas somos producto de la evolución, pero el antropocentrismo subsiste y la explotación del medio ha llevado a problemas globales en la biosfera. La ecología es crítica con el antropocentrismo porque formamos parte de la biosfera y dependemos de los sistemas de soporte de vida. La educación ambiental defiende que hay que volver a conectar a los humanos que viven en ciudades con esa naturaleza de que forman parte y de la que dependen. El mensaje ecológico es monista: nuestro destino está unido al de la biosfera, somos parte de ella.
Este fue el punto de partida del desarrollo filosófico ecologista más elaborado, la Ecología Profunda, impulsado por Arne Naess (1912-2009) a partir de 1972: una filosofía holista de armonía con la naturaleza, sostenida por una conciencia ecológica y dirigida hacia la autorrealización. Naess desafiaba el antropocentrismo occidental y recogía una tradición entre cuyos pilares hallamos a Aldo Leopold, a Henry Thoreau y su célebre Walden, o a John Muir, y reclamaba raíces filosóficas en Leibnitz, Spinoza, Schelling o Rousseau, literarias en Aldous Huxley, D.H. Lawrence, Lev Tolstoi, Alain Ginsberg o Castaneda y religiosas en Gandhi, el budismo, el taoísmo, el abrahamismo, la cábala, los místicos cristianos o los sufíes.
El primer punto destacado por Naess (1973, 1993) es el valor inherente de cada ser, cada paisaje, cada ecosistema, etc., independientemente de su utilidad. Un segundo principio dice que todo está interconectado (holismo). Naess llamó a su propuesta ‘Ecología Profunda’ frente a una ecología superficial, antropocéntrica, para la que el único propósito de la naturaleza es satisfacer las necesidades humanas actuales o futuras. Para la Ecología Profunda, los límites ontológicos entre los seres vivos son ilusorios así que los intereses de la biosfera son los nuestros (Keller 2008). Se opone al antropocentrismo y reconoce nuestra pertenencia a totalidades más amplias.
La ética se construyó pensando sólo en las relaciones entre humanos pero ya Spinoza (s. XVII) sostenía un igualitarismo biocéntrico: para él, existía una sola sustancia y cada cosa era una modificación de esta sustancia y tenía valor intrínseco. Tampoco Gandhi (Kumaria 2003), valoraba la naturaleza por su utilidad. Lo hacía como creación de Dios (E.O. Wilson, en su libro Creación, hizo un llamamiento a los líderes espirituales para sumarlos a la preservación de la obra de Dios). Para Gandhi, todo cuánto existe es parte de un Parmatma omnipresente y omnipotente y tiene un derecho intrínseco. Su no violencia surge de la creencia en la unicidad de la vida: el deseo de poseer nos aleja de la ética y la moralidad de la vida, hay que dejar de robar a los demás y a la vida. La Ecología Profunda se acerca mucho a estas ideas, cuando habla de autorrealización el ‘auto’ es el todo orgánico y no el ego individual.
Naess dudaba que jamás llegáramos a poseer los conocimientos suficientes para gestionar el planeta y los ecosistemas en toda su complejidad. Creía que debíamos reconocer esta limitación y ser más humildes. Criticó el neoliberalismo y las soluciones comunistas de aumentar al máximo la producción y el consumo y de tomar decisiones centralizadas. Se proclamaba anarquista, pacifista y partidario de la desobediencia civil, pero dudaba que la supresión de las jerarquías sociales acabase con la destrucción ambiental. Si no podíamos comprender la complejidad, habría que tomar decisiones sin certidumbre científica, pero había cosas que se podían decir, p.e. sobre el calentamiento global, que tenían más probabilidades de ser acertadas que otras (Krovel 2013). Su postura era, pues, bastante pragmática.
La Ecología Profunda ha perdido empuje, pero sus ideas han penetrado en el pensamiento verde. Los movimientos en defensa de los derechos de los animales han tomado parte del discurso de la Ecología Profunda. Muchos ecologistas han adoptado el voluntarismo moral y las posiciones holistas de Naess. Scerri (2016) señala con acierto que, entonces, los problemas de explotación aparecen como fallos morales: no se parte de una crítica basada en el análisis del desarrollo histórico de las sociedades ni, por ello, se plantean soluciones político-sociales. Incluso se postergan las desigualdades sociales. Las grandes corporaciones y los poderes establecidos adoptan una visión holista y voluntarista y dan “soluciones” basadas en la mercantilización de los “servicios” y en la educación muy a la larga. Otros creen que en el ecocentrismo holista subyace la idea de que sólo las condiciones naturales pueden ser buenas: todo lo que generan los humanos es perturbación, contaminación, pérdida de biodiversidad, etc. Toda tecnología resulta sospechosa.
El ecologismo es el único movimiento aparecido en el siglo XX que dice tener raíces en una ciencia y que, junto al feminismo y las reivindicaciones sociales, tiene capacidad movilizadora frente al neoliberalismo oligopolista que ha disparado un insoportable crecimiento de la desigualdad. Pero el ecologismo no ha logrado aún configurar un pensamiento político y su praxis. Está dividido entre posiciones que van desde la voluntad de cambiar a fondo la sociedad hasta el ultra-conservadurismo e incluso el fascismo, pasando por toda clase de posibilismos. Esto facilita la defensa del actual sistema.
Naess acertó en no pocos aspectos, y es cierto que difícilmente entenderemos nunca del todo algo de los que somos parte y que hay que elaborar estrategias apostando a la evolución más probable según los datos disponibles. Pero ahora toca ofrecer alternativas creíbles a cómo debe organizarse la sociedad.
Artículos citados:
Keller D.R. (2008). Deep Ecology. In B. Callicott & R. Frodeman (eds.) Encyclopaedia of Environmental Ethics and Philosophy. Macmillan reference, pp. 206-2011.
Krovel R. (2013). Revisiting social and Deep ecology in the light of global warming. Anarchist Studies, 21.2.
Kumaria P. (2003). Nature and Man: Gandhian concept of Deep Ecology. Anasakti vol. 2.
Naess A. (1973). The shallow and the deep, long-range ecology movement. Inquiry, 16. 1-4: 95-100.
Naess A. (1993). Ecology, community, lifestyle: outline of an ecosophjy. Cambridge Univ. press, Cambridge.
Scerri A. (2016). Deep Ecology: the holistic critique of Enlightment dualism and the irony of history. Environmental Values, 25 (5): 1-21.