Muere Joan Puigdefàbregas
Recordatorio de Jaume Terradas al experto en desertitzación Joan Puigdefàbregas.
Nos llegó la triste noticia de la muerte, el 26 de enero, de Joan Puigdefàbregas i Tomàs. Joan nació en 1940 en Barcelona, tenía pues 77 años. Hizo estudios de Agricultura y sen doctoró en Ciencias Biológicas (Ecología) en Navarra. Lo conocí cuando ambos trabajábamos en nuestras respectivas tesis doctorales, él en dinámica de biomasa y regeneración en bosques pirenaicos en Jaca (Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC, donde trabajó cerca de quien mejor conocía la ecología de los pastos, Pere Monserrat, que nos dejó el año pasado), considerando las interacciones del ecosistema forestal con la acción humana y el pasto. Yo estudiaba la economía hídrica de plantas en los Monegros. Hablamos sobre métodos y sobre cuestiones de circulación de nutrientes que a los dos nos interesaban. Sus proyectos posteriores derivaron hacia temas de biogeoquímica e hidrología.
Después, se trasladó a la Estación Experimental de Zonas Áridas de Almería, también del CSIC, donde creó un equipo e hizo trabajo experimental sobre temas de desertificación, dinámica de laderas y el papel de la vegetación en el sur de España y Magreb. Había estado en la Tierra del Fuego y también fue a la Mongolia interior. Su grupo desarrolló modelos sobre procesos geomorfológicos, hidrológicos, ecológicos y socioeconómicos, para promover una aproximación integrada al conocimiento de los paisajes áridos, a los que él dedicó la mayor parte de su trabajo. Más tarde, se interesó por las causas emocionales de la toma de decisiones y colaboró con un grupo de neurología de Granada. Entre 1997 y 1999 dirigió un proyecto de evaluación del riesgo de desertificación en España.
Lo traté en diversas ocasiones, en especial una vez que me invitó a hablar en una reunión franco-española que organizaba en Almería sobre desertización. Cuando hablaba, lo hacía mostrando interés por las opiniones ajenas y permitiéndose largos momentos de silencio para pensar en ello. Tenía un carácter afable y sencillo, quizás tímido y reposado pero científicamente exigente, y se ganó el respeto de las personas con las que colaboró. Por su trabajo en desertificación se le concedió la Cruz de Isabel la Católica. Dirigió 14 tesis doctorales y numerosos proyectos de investigación.