Mueren pinos de forma repentina por los efectos de la sequía del año pasado
Los pinos están mostrando los efectos de la sequía con un año de retraso.
La sequía ahoga desde hace más de dos años parte de Cataluña y de la Península. Se han dado pequeñas treguas, pero, por lo general, nos encontramos en una sequía persistente acompañada de olas de calor extremo, como la de estos últimos días. ¿Cómo responden los bosques a esa nueva situación? El proyecto del CREAF Alerta Forestal, un proyecto para seguir el estado de salud de los bosques de Catalunya con la ayuda de la ciudadanía, ha comprobado que los pinos están mostrando los efectos de la sequía con un año de retraso. Ante una fuerte sequía, las coníferas como los pinos o los abetos resisten en la medida de lo posible a las condiciones adversas. Si bien esto hace que los pinos se vean verdes, o prácticamente verdes, la mayor parte del tiempo, algunos sufren de una forma silenciosa que puede durar meses y que puede llevarlos a la muerte en cuestión de pocos días. Este fenómeno es el que se está observando en zonas como Osona o el Berguedà este verano, donde se está viendo cómo muchas copas de pinos quedan totalmente marrones en poco tiempo y de forma repentina.
“Cuando esto sucede, los pinos están muertos: no tienen capacidad de rebrotar y no tienen ninguna hoja verde que les permita mantener las funciones vitales. Este “colapso” de los pinos puede darse meses, o incluso años, después de haber terminado un período de sequía”.
MIREIA BANQUÉ, coordinadora d'Alerta Forestal i investigadora del CREAF.
Esto explica porque a pesar de que esta primavera ha sido más o menos lluviosa en muchas zonas, se han visto cómo aparecen pinos con las copas marrones sobre todo en zonas de Osona y el Berguedà: son pinos que están muriendo por la sequía del verano pasado.
Muerte silenciosa
Según el informe DeBosCat 2022, la red de seguimiento del estado de salud de los bosques de Cataluña que impulsa el Departamento de Acción Climática con la coordinación del CREAF y el apoyo de los Cuerpos de Agentes Rurales, el pasado año fue al año con más bosques registrados afectados por sequía. De un total de 33.072 hectáreas de bosque con signos de sufrimiento por sequía y calor extremo, 5.993 hectáreas eran coníferas.
5.993 de las hectáreas de bosque con signos de sequía eran de coníferas, pero es posible que este dato sea una subestimación.
Éste es un dato muy inferior a las hectáreas de planifolios registrados afectados. Sin embargo, teniendo en cuenta que las coníferas muestran la afectación por sequía con cierto retraso, es posible que este dato sea una subestimación de las coníferas que realmente han sido perjudicadas por esta falta de agua prolongada. Sencillamente, algunos pinos sufren la sequía de forma silenciosa y, lamentablemente, no nos permitirán saber hasta dónde llegan las consecuencias de este fenómeno hasta dentro de un tiempo.
Dos maneras en que los pinos pueden manifestar una afectación por sequía. Ilustraciones: Laura Fraile.
Sin embargo, AlertaForestal continuará con los ojos en el bosque. Con la colaboración del voluntariado esperamos poder realizar un seguimiento lo más esmerado posible de los bosques afectados por sequía en Cataluña.
La resiliencia de los robles y encinas
Si la situación se alargara mucho en el tiempo y no pudieran sacar nuevas, se pondría en riesgo su supervivencia por inanición.
Los árboles planifolios como los robles, hayas, encinas o alcornoques, optan por la estrategia de “renovarse”. Es decir, se desprenden de las hojas durante el estrés de la sequía y rebrotan sacando nuevas cuando vuelve la lluvia, generalmente en otoño. Esto se debe a que ante una fuerte sequía los planifolios cierran los estomas. Los estomas son los poros que tienen en la superficie de las hojas ya través de los cuales la planta transpira evaporando agua y donde realiza la fotosíntesis. Por tanto, al cerrar estos poros, la planta reduce al máximo la pérdida de agua, pero al mismo tiempo también deja de hacer la fotosíntesis. Si esta sequía se alarga en el tiempo, las hojas de estos árboles se secan y caen y el árbol espera poder rebrotar cuando la situación mejore.
Una encina rebrotando en el Montseny después de las lluvias de mayo. Fuente: Mireia Banqué.
Esto es lo que hemos visto en muchas encinas después de las lluvias de esta primavera: que han empezado a rebrotar. Mientras no tienen hojas verdes, no pueden hacer la fotosíntesis, por tanto, si la situación se alargara mucho en el tiempo y no pudieran sacar nuevas, se pondría en riesgo su supervivencia por inanición.
A diferencia de los robles y encinas, que ante la sequía optan por dejar caer las hojas y renovarlas cuando pueden, los pinos optan por una estrategia de máxima “resistencia”, donde sólo dejan caer algunas hojas si la situación es muy severa o de larga duración para minimizar los requerimientos de agua. En este caso, priorizan la pérdida de las más viejas, las que se encuentran más adentro de las ramas, para poder mantener a las más jóvenes en las puntas de las ramas haciendo fotosíntesis y mantener así las funciones vitales. Esto hace que esta pérdida sea más visible en las zonas interiores y bajas del árbol, mientras que la copa se mantiene verde.