“Ocupémonos de los bosques porque se nos pueden quemar, pero ocupémonos también de los bosques porque se nos están muriendo de sed y de calor”
Los bosques en Cataluña no solo mueren por incendios, como acostumbra a preocupar a la sociedad en general y a las políticas ambientales en particular, sino que cada vez más mueren por sequía. De hecho, mientras las tendencias de superficie forestal quemada se mantienen, los datos de mortalidad forestal y de pérdida de hojas de los bosques son cada vez peores, con más de 30.000 hectáreas afectadas al 2022. ¿Los motivos? El aumento de olas de calor, la falta de lluvias y las masas forestales jóvenes poco resilientes a estas condiciones extremas. Así empezaba la comparecencia en la Comisión de Prevención y Gestión de los Incendios Forestales en el Parlament de Catalunya de Mireia Banqué, técnica de investigación en el CREAF. “Nos tiene que preocupar la muerte por sequía de nuestros bosques igual o más de lo que nos preocupan los futuros incendios”, alertaba.
Los datos presentados en el Parlament se recogen en los últimos informes de DeBosCat, la red de monitorización del Decaimiento de los Bosques de Cataluña, impulsada por la Dirección General de Ecosistemas Forestales y Gestión del Medio del Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat de Catalunya y coordinada por el CREAF con la colaboración del Cuerpo de Agentes Rurales. Un programa que despertó preguntas y mucho interés por parte de los diputados presentes en esta comisión, conjuntamente con el proyecto de ciencia ciudadana Alerta Forestal.
"Nos tiene que preocupar la muerte por sequía de nuestros bosques igual o más de lo que nos preocupan los futuros incendios”
MIREIA BANQUÉ, técnica de investigación del CREAF y coordinadora de DeBosCat y Alerta Forestal.
Así mismo, Francisco Lloret, investigador del CREAF y profesor de la UAB, también presentó una radiografía sobre el estado de los bosques contundente. Según los datos actuales, se deben gestionar unos bosques que son mayoritariamente adolescentes, bosques jóvenes con una vegetación demasiado continúa, fruto de la repoblación de zonas de cultivos y ganaderas abandonadas o de áreas quemadas hace décadas. “Esta edad intermedia de los bosques, como en los adolescentes, comporta problemas”. Por un lado, aumenta el riesgo de muerte por sequía, porque la competencia por el agua se multiplica con tantos árboles. Por otro lado, la masa forestal seca y continúa implica más combustible disponible para los incendios y la posibilidad de que un fuego se propague rápidamente y acabe en un gran incendio forestal”, explica Lloret.
Según los datos actuales, hay que gestionar unos bosques que son mayoritariamente adolescentes, bosques jóvenes con una vegetación demasiado continúa, fruto de la repoblación de zonas de cultivos y ganaderas abandonadas o de áreas quemadas hace décadas.
Para hacer frente a la situación, solemos escuchar que hay que promover un país “en mosaico”, como el que teníamos hace medio siglo. Esto quiere decir que nuestro paisaje tiene que estar formado por varias piezas: bosque, pastos, zonas agrícolas o campos abiertos. Según Lloret, tenemos que ser precavidos con esta idea y no idealizar el pasado, porque vivimos en un contexto diferente en cuanto al clima, el aprovechamiento de los bosques y el contexto socioeconómico general. Además, no podemos obviar que en el pasado se sobreexplotaron los recursos, no había tanto conocimiento del funcionamiento de los ecosistemas forestales y no se hablaba de cambio climático. Un dato muy ilustrativo es que “la superficie y la densidad de los bosques en Cataluña fue mínima en 1930-40.” “La clave no es tanto volver al pasado, sino identificar los procesos que hacen más resilientes a los bosques, para favorecerlos”, afirma Lloret.
Bosque más allá de la madera
Según Lloret, el fuego forma parte del ecosistema mediterráneo y no podremos extirparlo de Cataluña, “pero sí que podemos reducir su impacto y el riesgo que se propague descontroladamente”. ¿Cómo podemos hacerlo? Desde el CREAF se hizo énfasis en que hay que prestar atención a la diversidad del propio paisaje, porque “hablamos de bosques, pero no todos los bosques son iguales en Cataluña, algunos son más secos, más húmedos, con especies diferentes, con diferente régimen de propiedad y de uso, y, por lo tanto, no podemos hablar en genérico cuando planificamos la gestión forestal”. Por ejemplo, no encontraremos la misma vegetación y fauna en los Pirineos que en los Ports de Tortosa o en las Guilleries, así que no hay una solución única para todos ellos. En este sentido, Mireia Banqué recalcó que, además de los bosques, también tenemos una situación socioeconómica diferente a cada lugar y que, por lo tanto, se debe ordenar el territorio y diseñar la gestión forestal de forma global.
"El fuego forma parte del ecosistema mediterráneo y no podremos extirparlo de Cataluña, “pero sí que podemos reducir su impacto y el riesgo que se propague descontroladamente”
FRANCISCO LLORET investigador del CREAF y profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Otro factor importante es hacer una gestión que tenga en cuenta qué necesitamos de cada bosque y evitar explotarlo de forma intensiva, “porque la historia nos demuestra que, si extraemos toda la madera de un bosque o lo llenamos de turistas, supone un agotamiento y un desequilibrio del ecosistema”, apunta Lloret. Además del aprovechamiento de madera, leña, corcho o setas, usamos los bosques para muchas otras cosas a nivel social, como espacio de recreación, cultura y salud, y, a nivel ecológico, para proveernos de recursos hídricos, proteger el suelo de la erosión y regular el clima. No obstante, un bosque determinado difícilmente puede proporcionarnos el mismo nivel de todos estos servicios a la vez, la gestión forestal lo tiene que tener en cuenta. “Los bosques no son una fuente de bienes de consumo, no tenemos que buscar solo la productividad el bosque, necesitamos bosques equilibrados capaces de ser multifuncionales, que puedan ofrecer varios servicios y conservar su equilibrio”, refuerza Banqué.
La biodiversidad, un seguro de vida
Una buena ‘terapia’ para hacer los bosques más resilientes es potenciar su diversidad. “Los bosques no son una postal estática, son dinámicos, se adaptan a diferentes situaciones. Y nos hace falta que sea así, que cada vez sean más diversos, porque cuanta más diversidad de fauna y flora, de paisajes y de tipos de bosque tengamos, más probable es que los bosques sobrevivan a las condiciones cambiantes en las que vivimos y las que nos esperan”, Banqué.
Una buena ‘terapia’ para hacer los bosques más resilientes es potenciar su diversidad.
Uno de los ecosistemas por excelencia que presenta esta biodiversidad en un punto álgido son los bosques maduros. Nuestros investigadores recuerdan que uno de los problemas de los bosques de Cataluña es que son jóvenes, y al mismo tiempo poco productivos por su naturaleza mediterránea. Favorecer su madurez puede ayudarnos a aumentar su biodiversidad y resiliencia, en una situación en la que los bosques maduros son muy escasos en nuestro país.
Banqué y Lloret comparecieron en el Parlament de Catalunya el pasado 19 de septiembre. Las intervenciones las hicieron ante diputadas y diputados de varias formaciones políticas, que también tuvieron la oportunidad de hacer ronda de preguntas. Los resultados de estas exposiciones se sintetizarán, junto con ponencias otros expertos y expertas, en un documento con recomendaciones para mejorar las políticas de gestión de incendios forestales.