¿Por qué tenemos los bosques marrones si no estamos en otoño? Estrategias de los árboles para afrontar la sequía
Cataluña ha vivido el verano más cálido desde que se dispone de registros y durante junio y julio ha sufrido una excepcional sequía en algunas zonas del territorio. Seguidamente, muchos bosques de Osona, el Berguedà, la Garrotxa y el Ripollès han aparecido con las hojas de color marrón. ¿Están muertos por sequía estos árboles? ¿Se pueden recuperar? ¿O cómo podemos diferenciar si un árbol está marrón por sequía, por un ataque de insecto u hongo, o por la llegada del otoño?
La naturaleza no tiene de soluciones únicas para afrontar un mismo problema. ¿Cómo lo hacen los árboles para vivir en el variable clima mediterráneo? En Cataluña uno de los bosques más frecuentes es el bosque mixto de pino y roble. Conviven en el mismo sitio árboles perennifolios y caducifolios. Esto se debe a que ambas estrategias son válidas para afrontar el clima mediterráneo. Sin embargo, son estrategias distintas y por eso los síntomas del impacto de la sequía son también diferentes entre sí. Si nos fijamos, podemos ver hasta qué punto un árbol está afectado por sequía y si la situación es reversible o, por el contrario, fatal.
Diferentes estrategias, un mismo objetivo
¿Os habéis preguntado alguna vez cómo lo hace un árbol para bombear agua del suelo hasta las hojas? Pues haciendo el vacío. Las hojas son una superficie por la que se pierde agua en forma de vapor: las hojas evapotranspiran. Esta pérdida de agua hacia el exterior provoca una presión negativa en el interior de los vasos conductores, un vacío que chupa el agua desde las raíces hacia las hojas, superando la gravedad. Se crea una circulación ascendiente que se automantiene porque las hojas están constantemente evaporando agua si las raíces disponen de ella. “Cuando empieza a faltar agua, lo primero que hacen todos árboles de cualquier especie es reducir todo lo posible la pérdida de agua, y esto lo hacen cerrando los estomas de las hojas, una especie de poros que tienen las hojas para coger dióxido de carbono del aire (CO2) con el que fabrican su alimento. Son por estos poros por los que los árboles pierden agua”, explica Mireia Banqué, experta del CREAF en afectaciones forestales por sequía. Cerrando los estomas entra menos CO2, pero también pierden menos agua. Los estomas, sin embargo, no cierran herméticamente y siempre perderán algo de agua. Cuando la sequía aprieta y cerrando los estomas no es suficiente, entonces el árbol debe tomar medidas más drásticas para sobrevivir, y es aquí donde empiezan a verse las diferencias entre perennifolios y caducifolios.
"Cuando empieza a faltar agua, lo primero que hacen todos árboles de cualquier especie es reducir todo lo posible la pérdida de agua, y esto lo hacen cerrando los estomas de las hojas".
Dentro de los árboles perennifolios típicos tenemos los pinos y las encinas. Los pinos tienen unas hojas en forma de aguja, llamadas acículas, con poca superficie de contacto con el aire. Esto hace que transpiren menos y pierdan menos agua en tiempos de sequía. Las encinas también son perennifolias, pero al tener las hojas más anchas que los pinos, éstas las tienen endurecidas, con una capa de cera en el anverso para reducir la transpiración y con pelos en el reverso para retener la humedad en esta parte de abajo la hoja. Los robles y el haya son completamente distintos. Tienen hojas grandes y anchas, con las que pueden captar una gran cantidad de luz, pero esta gran superficie expuesta al aire les hace perder mucha agua.
Así, en situación de sequía, los pinos no pueden hacer otra cosa que cerrar estomas al máximo y esperar a que vuelva a llover para continuar su actividad normal de fabricar alimento en las hojas. “Están bien preparados con estas hojas estrechas que pierden poca agua, pero una vez se quedan sin agua de la que chupar se rompe la circulación en los vasos conductores de forma descontrolada” y directamente mueren por embolismo (generación de burbujas dentro de los vasos). En cambio, los robles y encinas, cuando ven que la cosa va mal su estrategia pasa por deshacerse del elemento que más les hace perder agua: las hojas. Cortan la conexión de las ramas con las hojas y éstas se secan. "Es una manera muy drástica de cortar la pérdida de agua, pero es eficiente y lo hacen de forma más controlada". Si más adelante, durante el verano o principios de otoño, vuelven a tener agua y calor rebrotarán para aprovechar estas buenas condiciones y fabricarán alimento. Esto se está viendo ahora en puntos de Osona, el Ripollès, el Berguedà y la Garrotxa, donde gracias a las lluvias de agosto los marrones dejan paso a unas tímidas hojas verdes que están brotando. "La mayoría de bosques marrones de robles y encinas no están muertos y algunos ya están rebrotando", alivia la experta del CREAF en afectaciones forestales por sequía.
"La mayoría de bosques marrones de robles y encinas que estamos viendo ahora no están muertos y algunos ya están rebrotando"
MIREIA BANQUÉ, experta del CREAF en afectaciones forestales por sequía
Síntomas previos a la muerte
Antes de llegar a morir, los árboles pueden pasar por un proceso más o menos largo de falta de vigor y vitalidad que se conoce como decaimiento forestal. En encinas y robles estos síntomas resultan muy claros al perder las hojas durante el verano, y podemos detectarlo muy bien cuando los vemos marrones antes de tiempo. Pero esto no significa que estén muertos, sino que están sufriendo decaimiento. Al eliminar las hojas dejan de fabricar alimento y cuando rebroten tendrán que hacerlo a partir de sus reservas. Si las sequías son continuadas a lo largo de varios años y a los árboles no les da tiempo de recuperar las reservas, los bosques podrían sufrir muertes masivas por sequía. ¿Qué capacidad tienen los robles y encinas de recuperarse y volver a sacar hojas? ¿Cuántos años seguidos de sequía pueden aguantar? “Aún no lo sabemos y está por ver en los próximos años cómo se adaptan a este nuevo escenario climático; justamente es lo que estamos estudiando”, responde la técnica de investigación del CREAF.
"Está por ver en los próximos años cómo se adaptan a este nuevo escenario climático; justamente es lo que estamos estudiando”,
Los síntomas de decaimiento en pinos también pasan por perder algunas hojas para combatir la sequía, pero en un grado mucho menor, de forma más desapercibida. “La sintomatología es más difícil de detectar, sobre todo en la distancia, y lo que más fácilmente apreciamos es cuando mueren, ya que el primer año se quedan con las copas completamente marrones con las hojas secas, y en el segundo año vemos los pinares sin hojas y con el color gris de los troncos”, explica Banqué. En pinos, por tanto, los síntomas previos a la muerte, los del decaimiento, son más difíciles de ver.
Las especies que crecen en el mediterráneo están acostumbradas al estrés hídrico típico del verano. El problema radica en que el cambio climático está intensificando y alargando este estrés en los árboles: llueve menos y lo hace de forma menos repartida a lo largo del año. "Hay que ver cómo se adaptan nuestros bosques a la combinación de la falta de agua y el aumento de temperaturas", advierte Mireia.
¿Qué tengo, doctora? ¿Sequía, plaga o es el otoño?
¿Se puede diferenciar si un árbol se pone marrón por sequía, por el ataque de un insecto u hongo, o porqué ha llegado el otoño? "Sí, ya que el patrón de ponerse marrones suele ser diferente". Por ejemplo, un ataque de insecto (como puede ser el caso de los escarabajos curculiónidos del género Ips o Tomicus en el pino) generalmente da un patrón de rodales: “en una vertiente con pinos sanos, de un año para otro aparece un rodal de 5, 15 o 30 pinos marrones. Y posiblemente, al año siguiente veremos otros rodales por la zona: la plaga se esparce”, explica la técnica de investigación del CREAF.
Si es por sequía, habitualmente estos patrones de ponerse marrones son más homogéneos. “Los árboles secos se sitúan en zonas o franjas más o menos grandes, ya que habitualmente la carencia de agua está relacionada con el tipo de suelo sobre el que crecen (si es más o menos pedregoso, o más o menos profundo)”, detalla Banqué. La sequía puede o no afectar a toda una vertiente, pero en cualquier caso no afecta por rodales.
Los ataques por hongos e insectos suelen iniciarse con patrones con copas secas sólo en las puntas de las ramas, como es el caso del hongo que produce la seca de la encina (habitualmente provocada por el hongo del género Phytophthora), o como el ataque de la culebrilla de la encina (el escarabajo Coraebus florentinus) que deja un salpicado de ramitas secas por toda la copa. Este mismo patrón también lo puede dejar una granizada, que rompe y seca las puntas de las ramas más tiernas. Un secado por sequía siempre será más homogéneo por toda la copa.
En otoño, la caída de las hojas de las especies caducas está bastante programada y esto permite hacer las cosas con tiempo. Los árboles absorben los nutrientes de las hojas más caros de fabricar y dejan de producir clorofila, que es de color verde. Con la degradación de esta molécula con la que hacen la fotosíntesis, se desenmascaran otros pigmentos que están en las hojas y que tardan más en degradarse, como los carotenos y las antocianinas, que son de color naranja y rojos respectivamente. Así, a medida que desaparece la clorofila y su color verde, se dejan ver los pigmentos que generan los colores propios del otoño. En cambio, cuando hay sequía, “el árbol no tiene tanto tiempo para reabsorber ningún nutriente de las hojas y corta la conexión con éstas de emergencia, por lo que las hojas se secan directamente con todos los nutrientes y pigmentos, pasando directamente del verde al marrón sin la variación cromática del otoño”, finaliza Mireia.
El estado de salud de los bosques, bajo la lupa
Durante septiembre, el CREAF y los cuerpos de Agentes Rurales de la Generalitat de Cataluña se encuentran inmersos en la campaña anual del DeBosCat, la red de seguimiento del Decaimiento de los Bosques de Cataluña, que está impulsada por el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat y que coordina el CREAF desde hace 11 años. La valoración de la magnitud de los efectos de la sequía se publicará en octubre.
Con este escenario actual en el que las afectaciones por sequía son visibles y fácilmente identificables, cualquier persona amante de los bosques puede ayudar a saber dónde se están produciendo estos efectos participando en el proyecto AlertaForestal, una plataforma de ciencia ciudadana coordinada por el CREAF que recoge observaciones del estado de salud de los bosques de Cataluña mediante fotografías realizadas por la ciudadanía. Participar en el proyecto es tan sencillo como enviar fotografías de paisaje de bosques afectados por sequía a través de su web-app o app móvil gratuita para dispositivos Android e iOS. Tanto en la web del proyecto como en la propia app, se facilitan unas infografías que ayudan a valorar el grado de afectación.