Sobre la ganadería extensiva y regenerativa, ¿ganadería del futuro?
Estos días la ganadería extensiva es un tema candente, politizado hasta el extremo. Des de nuestro rol científico, nos aventuramos a responder algunas preguntas que están surgiendo. Si toda la ganadería de España fuera extensiva, ¿dónde iría a pastar? ¿A los prados? ¿A las montañas? ¿No las perjudicaría?
Hasta mediados del siglo XX en el sur de Europa los paisajes de la montaña mediterránea eran un mosaico donde las zonas agrícolas tradicionales se mezclaban con el bosque, los matorrales, los pueblos.... No obstante, desde entonces, el abandono rural de las laderas de las montañas ha ido en aumento, especialmente en los años 60 y 70. Perdemos nuestro paisaje en mosaico. La montaña mediterránea se vuelve más simple y los bosques y matorrales hoy forman grandes masas homogéneas. Esta situación no es precisamente la idónea, pues un paisaje homogéneo genera menos recursos hídricos, más riesgo de incendios forestales, pierde biodiversidad y disminuyen los recursos para el pastoreo. En definitiva: acaba alterándose la dinámica de la montaña (y no para bien).
Por otra parte, delante del cambio climático nuestras montañas también se verán gravemente afectadas. Por ejemplo, con más olas de calor, menos lluvia y humedad para el suelo, menos rendimiento de los cultivos y un aumento de la frecuencia de los incendios forestales. Revertir la situación resulta urgente. Y es aquí donde entra la ganadería extensiva. Para adaptarnos al cambio climático sería excelente volver a la protección que nos blinda el sistema de mosaico agro-silvo-pastoral en las montañas. Eso sí, de una manera respetuosa con todo el ecosistema. Al mismo tiempo, un paisaje más diverso haría más sostenible la relación entre los sistemas agrícolas y forestales y también sus ingresos económicos. Precisamente por eso es clave recuperar actividades como la ganadería extensiva, pues reducen la despoblación porqué diversifican la actividad en la montaña más allá del turismo.
La Rioja y Girona, dos ejemplos prácticos en España
Para indagar en este cambio de paradigma, cada vez más importante delante del aumento de masas homogéneas, la despoblación y el cambio climático, desde el CREAF tenemos en marcha dos proyectos europeos LIFE que analizan cuál sería la mejor manera para hacerlo a nivel ecológico y socioeconómico. Se trata de LIFE Polyfarming y LIFE MIDMACC. Este último está estudiando las medidas de gestión del paisaje en diversos puntos, en La Rioja, Aragón y Catalunya.
Nuestros resultados preliminares indican que uno de los puntos clave delante de esta situación es recuperar los pastos a través del desbroce e introducir la ganadería extensiva, además de combinarlo con otras estrategias como la gestión forestal para prevenir incendios y la introducción de viñedos en zonas de montaña. Aún más, establecer sinergias con varias estrategias como la gestión de los bosques, no sólo es útil para prevenir grandes incendios, sino que también estimula la recuperación del propio pasto y permite tener el pasto bajo arbolado, muy apreciado en el verano mediterráneo.
La ganadería regenerativa no se utiliza solo para recobrar el paisaje en mosaico, sino que también permite recuperar la fertilidad de suelo y conseguir una mayor producción y calidad de los pastizales.
Otro punto interesante a considerar es que desde el CREAF estudiamos la ganadería extensiva desde una óptica regenerativa. La ganadería se utiliza no solo para recobrar el paisaje en mosaico, sino que también permite recuperar la fertilidad del suelo y conseguir una mayor producción y calidad de los pastizales. De una manera sostenible y planificada, el ganado se alimenta en el prado y fertiliza la tierra con sus excrementos, ayudando a conservar la biodiversidad típica del prado como algunas especies de mariposas y aves. Además, este ganado, que goza de mayor bienestar animal, también va creando el paisaje discontinuo que necesitamos, por ejemplo, para que actúe de cortafuegos en los incendios. ¿Cuál es la diferencia con la ganadería extensiva general? En el modelo extensivo los animales ocupan grandes superficies y escogen dónde pastar. En cambio, con el regenerativo el prado se divide en parcelas más pequeñas y el ganado pasta cada día en una parcela diferente. Para que las plantas se recuperen, los animales tardan 50-60 días en volver a la parcela inicial. Un par de casos prácticos que ya están funcionando con este sistema son la política de desbroces que aplica el gobierno de La Rioja desde 1986 y la finca de Planeses en Girona, donde realizamos desde 2016 los estudios de agricultura y ganadería regenerativa a través del proyecto LIFE Polyfarming.
Primeros resultados palpables
Según los resultados del plan de La Rioja, al cabo de un tiempo de uso del sistema extensivo y regenerativo, se han aumentado las cabezas de ganado al mismo tiempo que han mejorado las condiciones del suelo y se ha reducido el número de incendios y la superficie quemada. Además, los bosques abiertos y los matorrales irregulares albergan especies clave de fauna y flora, por ejemplo, la perdiz roja y los pequeños roedores, que mantienen la red alimentaria de especies icónicas del mediterráneo, como el águila imperial o varias aves esteparias.
Respecto a Polyfarming, resultan muy interesantes las pruebas que se han hecho al suelo y sus datos: la huerta regenerativa absorbe hasta 30 veces más de CO2 al año que la convencional, demostrando su potencial para luchar contra el cambio climático. Además, también aporta números para combatir el abandono rural. El estudio se ha aplicado a una finca abandonada hace 5 años, por culpa de la baja producción, y en la actualidad ha conseguido emplear a ocho personas y ha recuperado la plena actividad agraria y ganadera. Al mismo tiempo que la rentabilidad, ha aumentado la capacidad de retener agua en el suelo ha aumentado hasta un 20% una vez aplicado el sistema regenerativo.
¿Y no hay puntos negativos?
Siempre los hay, y nuestra tarea científica nos lleva a analizarlos por igual que los positivos. En primer lugar, cabe considerar que la investigación tiene el deber de aportar los datos y el conocimiento sobre modelos de territorio y paisaje más justo y que se adapten al futuro que nos espera, pero esta implementación depende fuertemente de las políticas ambientales, de las decisiones del propio territorio, la ciudadanía y de la esperada transición ecológica. Y lamentablemente, queda mucho camino por hacer. Desde MIDMACC se ha tenido en cuenta esta posición desde el inicio del proyecto, y por eso se cuenta con un equipo de economistas que evalúan todas las acciones que planteamos para garantizar su sostenibilidad económica. No olvidemos que entre los números deben contabilizarse también los beneficios ambientales de aplicar estos cambios, algo que frecuentemente pasa por alto en las cuentas.
No se trata de traspasar toda la producción intensiva a extensiva mañana. Se trata de revalorizar la ganadería extensiva, darle el valor añadido que se merece y plantear seriamente el tipo de consumo que necesitamos.
Por otra parte, cabe recordar que no se trata de traspasar toda la producción intensiva a extensiva mañana, es un disparate. Se trata de revalorizar la ganadería extensiva, darle el valor añadido que se merece y plantear seriamente el tipo de consumo que necesitamos. No olvidemos que los datos más recientes apuntan a un mayor número de, por ejemplo, cerdos, que personas. Ya en el 2019, el informe especial sobre cambio climàtico y la tierra del Grupo de Expertos Inergovernamental sobre Cambio Climático (IPCC) hacía constar que las dietas equilibradas, que incluyen alimentos de origen vegetal (como los basados en cereales secundarios, legumbres, frutas y verduras, frutos secos) y de origen animal producidos en sistemas resistentes, sostenibles y de bajas emisiones GEH presentan grandes oportunidades para la adaptación y mitigación delante del cambio climático, al mismo tiempo que generan importantes beneficios en términos de salud humana. En el mismo informe el IPCC menciona que el cambio a una dieta basada en plantas es una de las medidas con un potencial más grande de evitar emisiones GEH.
Es más necesario que nunca seguir avanzando en una planificación territorial a una escala espacialmente amplia para hacer compatibles los usos del territorio, la promoción de modelos agro-silvo-pastoreales sostenibles y la conservación de espacios de evolución natural. Ir replicando las medidas de ganadería extensiva está resultando beneficioso para los animales, además del suelo, y nuestra sociedad reduciría la vulnerabilidad de las zonas de montaña al cambio climático. En cierta manera podríamos adaptarnos a los escenarios climáticos más secos y cálidos del futuro, volviendo a los sistemas agrícolas tradicionales de baja intensidad, a los deseados paisajes en mosaico. Coexistirían los viñedos y terrenos agrícolas con los pastos y bosques bien gestionados. Adaptaríamos las montañas al futuro. ¿No ganamos todos?
Este texto se ha hecho en colaboración con nuestra investigadora Diana Pascual y nuestro investigador Eduard Pla, ambos miembros del proyecto MIDMACC y con expertiz en gestión y adaptación del territorio delante del cambio climático.
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