
La combinación de los conceptos de la ecología del paisaje y el desarrollo del SITxell ha sido una historia de éxito en la colaboración entre el CREAF y la Diputación de Barcelona.
Corría el año 1997 cuando Ferran Rodà y Joan Pino, ecólogos del paisaje y antiguo y actual director del CREAF, respectivamente, se plantearon un cambio en la forma en que debía gestionarse el territorio de Cataluña para preservar su biodiversidad y funciones ecológicas. De hecho, era un momento en el que el conocimiento científico a nivel internacional ya apuntaba a la necesidad de este cambio y era necesario aplicarlo a nivel local.
Hasta entonces, la gestión del territorio pensada para conservar la biodiversidad se había centrado, a grandes rasgos, en declarar diversos tipos de espacios naturales protegidos, y apenas se empezaba a considerar la necesidad de establecer una red de corredores que facilitara el movimiento y el intercambio genético de los organismos entre estos espacios. No obstante, en 1983 el ecólogo estadounidense Daniel Janzen afirmó que ningún parque natural es una isla, sino que está sometido a interacciones con su entorno no protegido, y este planteamiento resonaba con fuerza. Comenzaba a ser demasiado evidente que un entorno cada vez más artificial ponía en riesgo la conservación de muchas especies y hábitats, debido a la creciente influencia que este entorno tiene sobre el estado y el funcionamiento ecológico de los parques protegidos. Un ejemplo muy cercano lo tenemos en el Parque de Collserola, donde la presión urbanística y la frecuentación humana procedentes de un entorno urbanizado con más de 3 millones de personas ponen en riesgo cada día la conservación de sus valores naturales.
Como respuesta a esta afirmación, Rodà y Pino pusieron énfasis en la necesidad de gestionar no solo los espacios protegidos del país, sino también la denominada matriz territorial, un espacio más amplio en el que estos espacios protegidos quedaban inscritos. Era evidente que debíamos pasar “de pegar sellos (los espacios protegidos) en un sobre (el territorio) a gestionar el sobre entero”, decía Rodà.
Red de Parques Naturales gestionados por la Diputació de Barcelona. Fuente: Gerencia de Espacios Naturales, Diputació de Barcelona.
Investigación prolífica y conectada
A inicios de la década del 2000 comienza en el CREAF la época más intensa de investigación sobre el tema, y Rodà y Pino fueron acumulando evidencias científicas que confirmaban lo importante que es esta matriz territorial, especialmente en los territorios más transformados de Cataluña, como los metropolitanos. Además, este cambio de paradigma también genera beneficios para los organismos involucrados en la planificación y la gestión del territorio. En particular, este último punto sobre los servicios de planificación y análisis territorial fue clave para la Diputación de Barcelona. Esta cambió sus planteamientos territoriales anteriores, centrados en la denominada ‘Anilla Verde’ (la red de espacios protegidos más un conjunto de áreas de conexión entre ellos), para comenzar a considerar también los espacios libres (es decir, aquellos que no son urbanizables para los expertos en planificación territorial) y hacer planes que incluyeran tanto los espacios naturales protegidos como la matriz territorial no urbanizable.
A raíz de este nuevo ideario, en 2002 se consolidó una herramienta clave: el Sistema de Información de la Red de Espacios Libres de la Provincia de Barcelona (SITxell), que recoge un conjunto de indicadores territoriales sobre el estado ecológico y el interés de conservación, entre otros, de estos espacios de la matriz. Gran parte de estos indicadores fueron desarrollados por el CREAF, trasladando así esta lógica de la matriz territorial a herramientas adecuadas para la planificación y la gestión del conjunto de espacios libres que la conforman.
Nueva visión en la gestión
Una vez integrada esta nueva visión en la planificación y gestión del territorio, el SITxell ha apoyado la declaración de cuatro nuevos espacios protegidos a nivel municipal en la provincia de Barcelona, como la Zona Norte de Terrassa y el Coll Cardús en Viladecans. También ha permitido que los planes de protección de cuatro Parques Naturales (Montseny, Montnegre-Corredor, Sierra Litoral y Foix) incrementaran su superficie preservada entre un 10% y un 50%. Aún más: el impacto del SITxell en la planificación territorial no se ha quedado solo a nivel provincial, sino que ha sido la base de muchas políticas municipales que buscaban mejorar la conservación del patrimonio natural local situado fuera de los espacios protegidos. Concretamente, más del 30% de los municipios de Barcelona han mejorado sus planes urbanísticos gracias al uso del SITxell, basado en la investigación del CREAF, con beneficios evidentes para la biodiversidad, pero también para la población.
Según Pino, “la combinación de los conceptos de la ecología del paisaje y el desarrollo del SITxell ha sido una historia de éxito en la colaboración entre el CREAF y la Diputación de Barcelona”. Por otro lado, SITxell ha llamado la atención de responsables municipales de otros países, como la prueba piloto encargada por el Consejo del Condado de Dún Laoghaire-Rathdown, del Área Metropolitana de Dublín (Irlanda), basada en el ejemplo de Barcelona. También ha recibido reconocimiento internacional con el Premio 2012 de la Administración Pública de las Naciones Unidas (UNPSA 2012).
Según apunta el actual Responsable de Seguimiento de Programas y Acciones Ambientales del Área de Acción Climática y Transición Energética de la Diputación de Barcelona, Carles Castell, “la aplicación del SITxell ha demostrado la ventaja de invertir en información territorial de gran valor añadido en la planificación del territorio, en comparación con el desarrollo de trabajos y estudios fragmentarios y discontinuos que hasta ahora eran la norma”.
A lo largo de todos estos años y de esta intensa historia entre el CREAF y la Diputación de Barcelona, los gestores y gestoras de las diversas administraciones han entendido que cada hábitat –ya sea más urbano, rural o forestal– aporta funciones al paisaje y beneficios directos o indirectos a la población, lo que hace evidente la necesidad de gestionarlos. Un claro ejemplo del impacto que puede tener la investigación del CREAF en nuestra sociedad.