26/04/2024 Reportaje

¿Está desapareciendo la primavera? 

Responsable de comunicación social

Verónica Couto Antelo

Técnica de Comunicación del CREAF desde 2016. Apasionada del mundo natural y su divulgación. Bióloga (UB), máster en comunicación científica (BSM-UPF) y estudiante Humanidades (UOC).
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Vivaldi compuso sus cuatro conciertos de Las cuatro estaciones por los alrededores del año 1721. En ese momento estaba muy clara la separación en cuatro bloques según la meteorología, el estado de la fauna y la flora, o la astronomía. En cambio, ahora parece que esta separación es cada vez más difusa debido al cambio climático: las elevadas temperaturas en invierno, la floración a destiempo, los fenómenos meteorológicos extremos fuera de temporada... son algunos de los ejemplos. Profundicemos en el tema. 

Si preguntamos qué se entiende por primavera, probablemente la mayoría de las personas pensará en la época de la floración. Sin embargo, en los últimos años las temperaturas cálidas de septiembre y octubre han provocado que las plantas sacaran flores en otoño, confundidas por el calor, y que este período se parezca al imaginario que tenemos de la primavera. De hecho, según algunos expertos, hablamos de una "segunda primavera".

En enero y principios de febrero ya se ven algunas especies floreciendo, como pueden ser las malvas o la retama, debido a las suaves temperaturas.

Por ejemplo, “este 2023 hemos observado que ha brotado la viña del Penedès y del Garraf en otoño, que se ha retrasado la caída de las hojas de los árboles y que muchas plantas silvestres y frutales han llegado a producir flores y frutos dos o tres veces, como es el caso del peral o el cerezo”, explica la coordinadora del Observatorio Ciudadano RitmeNatura, Ester Prat. Esto mismo está ocurriendo con el invierno, ya que en enero y principios de febrero ya se ven algunas especies floreciendo, como pueden ser las malvas o la retama, debido a las suaves temperaturas. Nunca acaba llegando una ruptura de estación clásica y el inicio y final de la floración que nos avisa siempre de la llegada de la primavera, es cada vez más incierto. 

Menos agua, insectos y fruta 

Por supuesto, este desorden del calendario de la naturaleza tiene consecuencias y una de las grandes afectadas es la agricultura. Si se alarga el período de que las plantas están activas, aumenta su consumo de agua y empeoran las sequías en un contexto ya bastante complicado. Y esto es especialmente delicado en aquellas especies que son de cultivo. Además, las flores y frutas que aparecen en invierno tienen mayor probabilidad de quedar expuestas a una helada fuera de temporada que acabe con su viabilidad

Una planta que ha hecho esfuerzos por florecer en septiembre u octubre podría ver sus reservas de energía mermadas y no estar preparada para la llegada de marzo o abril, que sería su período natural de floración.

Por otra parte, una planta que ha hecho esfuerzos por florecer en septiembre u octubre podría ver sus reservas de energía mermadas y no estar preparada para la llegada de marzo o abril, que sería su período natural de floración. Esta pérdida de flores en primavera no sólo afecta a los fotógrafos apasionados, sino que también perjudica gravemente a los polinizadores que comienzan la época de vuelo y las buscan para alimentarse y no las encuentran. El caso se complica aún más cuando se trata de especies de insecto muy especialistas, que necesitan un determinado tipo de planta para vivir, como ocurre con las pequeñas moscas que polinizan la planta del cacao. Por tanto, podríamos estar ante una disminución de la biodiversidad de polinizadores. Y de nuevo, podría ser un problema para la agricultura, porque si no existe polinización la producción de frutos se reduce

Por último, y no menos importante, la primavera también se relaciona con la salida de las hojas. Aquí, de nuevo, se están observando alteraciones y está relacionado con el aumento de olas de calor. Si se adelanta el momento en que salen las hojas, también cambia el ciclo del agua “toda el agua que comienzan a transpirar las plantas en marzo no llegará a estar disponible en el suelo en julio o agosto. Esto significa que no transpirarán tanto los suelos cuando corresponda y que tendremos sequías y olas de calor más acentuadas en veranoexplica nuestro investigador Josep Peñuelas en el podcast La Climática

Imagenes obtenidas por los voluntarios del proyecto de ciencia ciudadana RitmeNatura. Imagenes (de arriba a la derecha a bajo a la izquierda): Malva sylvestris de Jean-Paul Cassez, Lathyrus latifolius de Manel Llarch, Galium verum de Jean-Paul Cassez, Spartium junceum de Pep Solé, Borago officinalis de Jean-Paul Cassez i Papaver rhoeas d'Anna Maria Sayols.

¿Por qué florecen las plantas? 

Las plantas tienen un reloj interno que les avisa de que ya es hora de florecer y depende sobre todo de la luz —cuántas horas duran los días— y de la temperatura. Cuando los días son más largos, una proteína que tienen las plantas en las hojas llamada florígena activa la construcción de flores en el tallo. Para acabar de poner en marcha la floración, el reloj de la planta también necesita acumular ciertas horas de frío (vernalización), sino no se activará la floración una vez llegue ese momento de mayor luz (desvernalización). 

Ante el contexto de cambio climático, las plantas precisamente ven alterada su vernalización, porque no tienen las horas necesarias de frío y por eso, de rebote, las flores van a destiempo; sin límites definidos ni primaveras. Asimismo, este descontrol en primavera repercute también en el resto de estaciones, porque afecta a las fases posteriores de los ciclos de vida de las plantas como la fructificación y la caída de las hojas. Todo está muy atado. Y la situación va en aumento: el observatorio europeo Copernicus ha dado a conocer estos días que 2023 ha sido el segundo año más caliente en todos los registros históricos. Pobre Antoni Vivaldi, si supiera que nos estamos cargando la base de su obra maestra.

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