24/05/2022 Reportaje

Los animales y las plantas endémicas son únicas de cada región

Responsable de comunicación social

Verónica Couto Antelo

Técnica de Comunicación del CREAF desde 2016. Apasionada del mundo natural y su divulgación. Bióloga (UB), máster en comunicación científica (BSM-UPF) y estudiante Humanidades (UOC).
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Al igual que Michelangelo sólo pintó una Capilla Sixtina y la localizó en el Vaticano, la naturaleza ha promovido especies de flora y fauna únicas, especiales, que sólo habitan en un lugar de todo el mundo. Se las conoce como endemismos y el tritón del Montseny, la lagartija de las Pitiüses o la Séseli del Cap de Creus son ejemplos que trabajamos en el CREAF. Hablamos de una especie endémica cuando todos los miembros de esta especie de animal, planta u hongo viven en un lugar único de toda una región. Y en este caso, la escala juega un papel importante: podemos hablar de endemismos catalanes respecto al resto de la península o de un endemismo empordanés respecto todo el territorio catalán . Incluso, algunas especies de amplia distribución son en realidad un endemismo si lo analizamos en comparación con toda Europa, como es el caso del conocido lince ibérico, una especie endémica peninsular.

Las especies endémicas corren riesgo ante el cambio global, porque el clima, los suelos y el entorno de esta fauna y flora está cambiando demasiado rápido para que puedan seguir adaptándose a ellos y evolucionando de la mano de su región

Las especies endémicas son a la vez muy interesantes en la evolución, ya que algunas aparecieron hace millones de años (los paleoendemismos) y se han ido adaptando al ecosistema donde viven. En el contexto actual de cambio climático esto es un problema, porque el clima, los suelos y el entorno de esta fauna y flora está cambiando demasiado rápido para que puedan seguir adaptándose a ella y evolucionando de la mano de su región. “Si perdemos una especie endémica perdemos toda una línea genética y también perdemos su estrategia evolutiva, que le ha hecho adaptarse tan bien a un determinado ambiente. A los investigadores e investigadoras esto nos resulta de mucha utilidad, porque nos sirve para estudiar de dónde pueden venir las futuras innovaciones de la naturaleza para adaptarse al cambio global. Además, en muchos casos una especie endémica es clave por su hábitat y si desaparece puede desaparecer el ecosistema entero. Todo está enlazado. Imagínate que desaparece un roedor que dispersa las semillas de un árbol específico del bosque. La reproducción del árbol quedará afectada ya la larga también su viabilidad porque si la especie de roedor es endémica no podrá reemplazarse”, dice la investigadora del CREAF Sandra Nogué.

 

 

«Si perdemos una especie endémica perdemos toda una línea genética y también perdemos su estrategia evolutiva, que le ha hecho adaptarse tan bien. Esto nos es de mucha utilidad para estudiar de dónde pueden venir las futuras innovaciones de la naturaleza para adaptarse al cambio global.»

SANDRA NOGUÉ, investigadora del CREAF

 

Las islas, la “gran fábrica” de los endemismos

Las islas, aunque carecen de un gran número de especies si lo comparamos con las tierras continentales, son un punto caliente de especies endémicas. Cuando una isla emerge las especies que llegan ocupan todos los hábitats donde pueden encajar ya lo largo del tiempo van adaptándose y transformándose para vivir exclusivamente allí (¡no pueden escapar!). Además, es interesante que algunas islas presentan unas características muy especiales y, por tanto, también la fauna y flora endémica que vive allí es muy diferente del resto del mundo. Sin ir más lejos, el pico del Teide en Tenerife con una altura en torno a los 3.700 km es como un museo de relictos porque sobreviven especies que ya se han extinguido a menor altitud y ¡en el resto del continente hace miles de años!

La fregata magnífica (Fregata magnificiens) es un pájaro endémico del Atlántico tropical, frecuente en las Islas Galápagos. Los machos presentan este espectacular saco rojo en la garganta durante la temporada de apareamiento. Imagen: CC0/Public Domain.

Los rasgos distintivos de las especies insulares variarán en función de si las especies aparecieron en el momento de formarse la isla (neoendémicas) o si vivían ya en el continente más cercano, pero por cambios ambientales del pasado se extinguieron y se mantuvieron sólo en las islas (paleoendémicas), como es el caso que mencionábamos del Teide o la laurisilva canaria. “Las islas oceánicas y las grandes islas tropicales contribuyen de forma importante a la biodiversidad global, porque funcionan como puentes entre las masas terrestres y son un punto importante de formación de especies neoendémicas. Ecológicamente se conoce este fenómeno como radiación explosiva y podemos encontrarlo por ejemplo en Galápagos y Borneo”, explica Nogué.

Las especies endémicas ya son por lo general muy vulnerables ante los cambios, pero en las islas se acentúa aún más, ya que la distribución es aún más reducida y las poblaciones más cercanas están separadas por mares y océanos.

Si bien las especies endémicas ya son en general muy vulnerables ante los cambios, en las islas se acentúa, ya que la distribución es aún más reducida y las poblaciones más cercanas están separadas por mares y océanos. En las islas aumenta exponencialmente la probabilidad de extinción y de ahí nacen las políticas restrictivas en el transporte de plantas y animales de algunos países-isla como Australia y Nueva Zelanda. Para ilustrarlo es conocido el caso de la isla de San Giorgia, en el atlántico sur. En el siglo XVIII a la isla llegaron varios balleneros para cazar e introdujeron ratas y plantas (e.g. Poa annua). Las ratas se comían los huevos y los polluelos de los pájaros endémicos de la isla y sus poblaciones empezaron a disminuir gravemente, hasta el punto de que en la década de los 2000 se habían perdido casi el 99% de pájaros autóctonos. Después de intensas campañas de erradicación y muchos años de seguimiento, en el 2018 Sant Giorgia del Sur se declaró como el primer territorio del mundo libre de ratas. 

 

Los endemismos cerca de casa

Cataluña es tierra de endemismos. De la misma forma que podemos encontrar varios microclimas y especies que se han ido adaptando progresivamente, abundan las especies únicas y propias como una obra de Michelangelo. Desde el CREAF se han estudiado varias en los últimos años, como por ejemplo la planta Ramonda myconi (que se distribuye por el norte de la península), el tritón del Montseny, la séseli del Cabo de Creus o, incluso, la flora siria Iris nusairiensis. Os las descubrimos.

CCBY: Nora Soler/CREAF.

 

- La lagartija de las Pitiüses

La Podarcis pityusensis es una lagartija endémica de las islas Pitiüses (Ibiza, Formentera y los islotes de alrededor de estas dos islas). Se trata de un reptil que habita las paredes de piedra seca tan típicas del Mediterráneo, abundante en estas localidades, pero muy amenazada por algunas especies invasoras que han llegado a las islas como es la serpiente de herradura y por los fenómenos meteorológicos extremos. Esta serpiente ha llegado a Ibiza a través de la importación de olivos por jardinería.

Oriol Lapiedra, investigador del CREAF que estudia el comportamiento de esta especie, nos explica que «la lagartija de las Pitiüses forma una parte importante de la cultura de estas islas, son parte protagonista del paisaje de estas islas e, incluso, existe mucho merchandising a su alrededor. Personalmente pienso que esta conexión entre cultura y biodiversidad es importante porque conecta a las personas con la naturaleza en un entorno mediterráneo particularmente amenazado por el desarrollo y la destrucción de hábitat. Asimismo, esta especie es lo que conocemos como «keystone species» una especie clave para el ecosistema. Si esta pieza clave se pierde, el sistema biológico del que forma parte cambia de forma sustancial y puede llegar a colapsar. En su caso, por ejemplo se alimenta de insectos que pueden convertirse en una plaga”.

 

«Esta conexión entre cultura y biodiversidad es importante porque conecta a las personas con la naturaleza en un entorno mediterráneo particularmente amenazado por el desarrollo y la destrucción de hábitat»

ORIOL LA PIEDRA, investigador del CREAF

 

- El tritón del Montseny

El tritón del Montseny es una especie de anfibio que sólo habita los pequeños torrentes de las partes más altas del macizo que le da nombre (un área de menos de 25 km2). Por este motivo, actualmente está clasificada como especie en peligro grave de extinción por la UICN. Es prácticamente acuático, se le encuentra en las aguas frías, limpias y oxigenadas de los torrentes de los hayedos y encinares donde se reproduce y se alimenta. Aunque todavía se desconoce mucho su biología, los estudios indican que se mueven muy poco. Esta poca capacidad de dispersión y la existencia de pocos torrentes adecuados para la especie podría dar lugar con el tiempo a la pérdida de individuos y, a largo plazo, podría conducir a su extinción.

«El aumento de bosque en el Montseny puede provocar que los torrentes donde viven los tritones no lleven suficiente agua durante periodos largos de tiempo y que esto ponga en peligro el proyecto de reintroducción de la especie que se está llevando a cabo en Cataluña. «Si crece el bosque, los árboles necesitan más agua y el caudal de los arroyos baja. De hecho, este efecto es la principal amenaza para la especie, más que el aumento de temperatura o la falta de lluvias que ya está provocando el cambio climático», revela un estudio del Anna Ávila, investigadora del CREAF.

«Si crece el bosque, los árboles necesitan más agua y el caudal de los arroyos baja. De hecho, este efecto es la principal amenaza para la especie, más que el aumento de temperatura o la falta de lluvias que ya está provocando el cambio climático»

ANNA ÀVILA, investigadora del CREAF

 

- La sèseli del Cap de Creus

La Seseli farrenyi es una planta endémica del Parque Natural del Cap de Creus. Crece en forma de umbela, con unas flores blancas de aproximadamente 20×20 cm y entre rocas y acantilados. «Esta especie es importante porque además de ser única en el mundo, solo se encuentra en una localidad muy pequeña del Cap de Creus y eso la hace muy vulnerable. Si queremos detener la pérdida de biodiversidad, se deben evitar las extinciones de todas las especies, no solo aquellas que dan una utilidad directa a los humanos», defiende Sandra Saura Mas, investigadora del CREAF y profesora de la UAB que lleva más de 13 años estudiando y participa en su recuperación.

«Si queremos detener la pérdida de biodiversidad, se deben evitar las extinciones de todas las especies, no solo aquellas que dan una utilidad directa a los humanos»

SANDRA SAURA MAS, investigadora del CREAF

Recientemente se encontraron nuevas localidades de esta planta, después de 10 años presenciando su bajón y camino a la extinción. Ahora la población se multiplica por cuatro y la bióloga se muestra esperanzada por la conservación de la especie.

 

- La Ramonda myconi

Conocida también como hierba peluda, la Ramonda myconi es una especie que habita en el Pirineo hace millones de años. Comenzó a vivir en él cuando éste tenía todavía características tropicales durante el Terciario y se ha ido adaptando a los cambios ambientales a lo largo del tiempo hasta la actualidad, donde está bien acostumbrada y con un riesgo mínimo de extinción.

Esta planta de flores violetas, que puede llegar a los 20 cm de altura y que vuelve a brotar un año tras otro, aunque parezca secarse cada verano con el calor, fue estudiada por nuestra investigadora Maria Mayol y nuestro investigador Miquel Riba. Además de Catalunya, podemos encontrarla en Navarra, Aragón, Francia y Andorra entre rocas calcáreas y conglomerados.

 

 

Más allá de Catalunya

Además de los más endemismos endemismos, desde el CREAF participamos en la búsqueda de otras especies únicas en todo el mundo. Una de ellas es la Iris nusairiensis, a la que está dedicando la tesis Angham Daiyoub, estudiante de doctorado del CREAF y la UAB. Esta especie de lirio vive sólo en las montañas costeras de Siria, entre 1.000 y 1.600 metros por encima del nivel del mar.

Se trata de una planta con flores azuladas o blancas que crece en bulbo con largas raíces de almacenamiento carnosas. Generalmente tiene alrededor de 6 hojas brillantes de color verde medio y lanceoladas que se elevan desde la base del tallo y pueden alcanzar 7-10 cm de altura en los machos. Todas las flores tienen una cresta amarilla o amarilla pálida en las cascadas. «Ahora mismo estamos estudiándola para descubrir más sobre su biología, ya que está clasificada como una especie de especial interés por la IUCN en el Mediterráneo y es vulnerable por su distribución tan restringida», explica Daiyoub.

 

Iris nusairiensis. Imagen: Kew on Flickr.

 

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