En 2010 se popularizó el programa de televisión '¿Quién vive ahí?', que mostraba la vida en diferentes casas de diferentes personas. En cada capítulo conocíamos cómo era una casa rústica o una casa en el mar y yo siempre me quedaba con las ganas de que alguien enseñara LA GRAN CASA DEL BOSQUE. Pues hoy abrimos la puerta de los bosques maduros y descubrimos quién vive y cómo; desde las setas, hasta los pájaros trepadores y los pequeños microorganismos que viven en la madera muerta.
Los bosques maduros son aquellos que han mantenido una dinámica libre de huella humana (o casi) durante muchos años– y esto incluye que se puedan dar pequeñas acciones como podría ser un aprovechamiento de madera o de leña. Según los resultados científicos, este crecimiento “libre” dota al bosque de una estructura y composición muy beneficiosas, que permiten que haya unas condiciones de humedad y temperatura bien controladas y estables y dan la posibilidad de que se establezcan estar vivos. que requieren unas condiciones ambientales muy específicas. Estos rasgos hacen que el bosque sea muy resiliente frente a los cambios ambientales, como puede ser el aumento de temperaturas, una sequía extrema o la llegada de una especie invasora. Además, estos ecosistemas tan especiales también terminan alojando especies poco habituales y que muchas veces están en peligro de extinción. Por ejemplo, es el caso del escarabajo ermitaño (Osmoderma eremita).
Biodiversidad a rebosar
Biodiversidad a rebosar
Más allá de esta descripción de los bosques maduros, queremos poner el foco en un punto clave: son puntos calientes de biodiversidad. Gracias a los atributos que tienen los bosques maduros, al existir mucha madera muerta en el suelo o en pie, viven árboles viejos excepcionales y coexiste una buena variedad de arbustos y árboles, podemos encontrar una diversidad tremenda de pájaros, hongos, murciélagos... Y es que, a mayor diversidad de hábitats, más tipos de especies puede acoger. ¡Es cuestión es ofrecer muchas opciones a las especies!
Si el bosque maduro es la casa que queremos enseñarles, cada atributo es una puerta mágica que aporta un montón de beneficios, así que queremos repasar algunos y explicar quién los aprovecha:
- Madera muerta grande. Una de las estrellas de los bosques maduros. Podemos encontrarla en el suelo o en pie y más del 25% de las especies del bosque dependen de ella en algún momento de su vida. Por ejemplo, es el refugio preferido del pito negro y el mochuelo boreal y la fuente de refugio o alimento de algunos escarabajos saproxílicos - que toman ese nombre precisamente porque dependen de la madera- y de las setas de cepa (como Phellinus robustus).
- Árboles grandes excepcionales. Los árboles con un gran diámetro acostumbran también a ser bastante altos, lo que da protección a algunos pájaros como el buitre negro (Aegypius monachus) para que hagan el nido alejados del suelo.
- Espacios abiertos. Cuando un bosque sigue su dinámica natural, van apareciendo y desapareciendo algunos pequeños espacios abiertos – por ejemplo cuando mueren los árboles grandes y dejan el espacio vacío – y esto es muy beneficioso para algunas especies que quieren sombra y luz a la vez, como la mosca Volucella inflata, que toma el néctar de las flores que aparecen en estos nuevos espacios, o los lagartos que buscan algunas horas al sol. También el laurel de Sant Antoni (Epilobum angustifolium) una planta herbácea que podemos encontrar en los Pirineos.
- Microhábitats de la madera. Las formas, rendijas y agujeros que hace la madera envejecida en el bosque pueden ser hábitats para muchos animales y plantas. Al tratarse de hábitats de tan pequeño tamaño, incluidos dentro de otros hábitats más grandes como el bosque, toman el nombre de microhábitats. Y son un caramelo para la vida del bosque. Se aprovechan murciélagos como la murciélago orejudo dorado (Plecotus auritus), los coleópteros que buscan materia orgánica entre los pliegues de la madera, las salamandras que se esconden entre los agujeros de las grandes raíces, el liquen Chrysohtrix candelarios que se instala en la corteza y el gato montés que reposa en las madrigueras que aparecen.
- Complejidad estructural. Uno de los rasgos diferenciadores de un bosque maduro que ha crecido con libertad es que mantiene árboles de diferente tamaño y edad a lo largo de todo el perfil vertical y en cada estrato existen árboles de diferentes especies según su tolerancia a la sombra y la competencia de los vecinos. Tener todas estas “capas” significa mucha diversidad de ambientes, cada uno con características propias, pero ordenados a la perfección en el espacio, e ideal para que cada ambiente acoja a diferente fauna y flora. La biodiversidad que surge (y especial de bosque maduro) es sobre todo “de pequeño tamaño”, pero también se pueden beneficiar algunos mamíferos, como el ratón de bosque que encuentra refugio y alimento en los estratos de tierra; la ardilla común, que busca la comida en muchos estratos y sube a las copas de los árboles; el lirón, que encuentra madrigueras en los troncos, y el topillo rojo, que ama el sotobosque bien denso para esconderse y encontrar frutos secos en el suelo.
Una gestión urgente
Una gestión urgente
A pesar de todos los beneficios para la biodiversidad que poseen los bosques maduros, son un bien escaso en Cataluña. Según el informe Estado Natura que se publicó en 2020 de la mano del Observatorio del Patrimonio Natural, el grado de madurez de los bosques del país es de 2,3 puntos sobre 10 y sólo ocupan un 2% de los bosques del mediterráneo (datos de la FAO). Por este motivo, algunos proyectos como REDOBOSCAS, CUSTFOREST o BIORGEST buscan métodos y herramientas para conducir hacia la madurez algunos de los bosques que nos rodean. Sólo así podremos tener también todos los beneficios que son capaces de aportar y podremos seguir abriendo las puertas del bosque para enseñar las maravillas de quien vive ahí.