Sandra Nogué, una científica en constante expansión
La principal lección que ha aprendido después de 12 años de impulsar investigación, impartir docencia y colaborar con equipos internacionales y multidisciplinares es que las protagonistas de la ciencia comparten una radical voluntad de contribuir.
“En el mundo estamos rodeadas de personas muy motivadas y con mucho interés por hacer que la ciencia avance hacia cosas buenas”, exclama con una suave rotundidad y una expansión risueña muy propias de ella. “Las ideas compartidas en ciencia se amplian enormemente”. Y recuerda –siempre con un contagioso brillo en los ojos– que una de las mejores ideas para conseguir captar polen en las islas sub Antárticas se gestó en una conversación informal, mientras bajaba por una escalera con Tom Hart, un colega de la Universidad de Oxford.
Pisar laboratorios y aulas diversas hace que defienda sin tapujos los equipos heterogéneos. “Los grupos multidisciplinares acaban formulando preguntas desde enfoques complementarios. Algo relevante para afrontar la crisis ambiental que vivimos, que no sólo afecta al cambio climático sino también a la pérdida de biodiversidad”, reflexiona. Crisis ambiental y sus antecedentes para explicar qué escenarios nos esperan son dos constantes en su relato.
"Uno de los valores de un equipo heterogéneo es que formula preguntas desde enfoques complementarios. Y esto es relevante para afrontar la crisis ambiental que vivimos, que no sólo afecta al cambio climático sino también a la pérdida de biodiversidad"
El coraje y la confianza llevaron a Sandra Nogué a cambiar de país para iniciar una carrera, primero como postdoctoranda en la Universidad de Oxford y, a continuación, como profesora en la Universidad de Southampton. Hoy, 12 años después, mantiene la determinación de volver a Cataluña para hacer crecer una labor científica en constante progreso, gracias a una posición en el CREAF vinculada a la distinción Severo Ochoa Excellence. “Mantengo una relación fluida con los equipos con los que he trabajado y sigo siendo tutora de estudiantes de doctorado. Me he ido muy contenta: por haber podido trabajar en el extranjero y, también, por poder volver ahora a mi país”.
Mujeres científicas, una visibilidad necesaria
Su recorrido está salpicado de científicas a las que reconoce como referentes directas. Y asegura que ser consciente de tener referentes femeninos y contarlo refuerza la tan necesaria visibilidad de las científicas. Ante la pregunta de si se ve a sí misma como un posible referente afirma: "es parte de nuestra responsabilidad como investigadoras y profesoras de universidad. A menudo surge sin planificarlo y debemos ponernos a ello sin pereza".
En la Universidad de Southampton su referente es Mary Edwards, “una líder en Paleoecología y una de las mejores profesoras a quien he visto impartir clase”, rememora de forma apasionada. “Mi experiencia es que haber tenido mentoras o haber sido influenciada por científicas es excepcional”.
"Convertirnos en referentes como científicas es parte de nuestra responsabilidad como investigadoras y profesoras de universidad. A menudo surge sin planificarlo y debemos ponernos a ello sin pereza"
La investigadora Kathy Willis fue su gran influencia en la Universidad de Oxford y a quien considera realmente su mentora. “Ha roto todos los techos de cristal... o se ha desprendido de los suelos viscosos o 'sticky floor', como se dice ahora... Es una de las científicas que más me ha influenciado: aparte de ser una investigadora brillante, es un referente espectacular”. El vínculo entre ellas fue espontáneo, a raíz de haber colaborado en su grupo de investigación durante el período postdoctoral.
Y uno de los pioneros en Paleoecología, John Birks, es la razón por la cual Sandra Nogué colaboró con la Universidad de Bergen. “En Noruega también trabajé con Vigdis Vandvik en temas sobre servicios ecosistémicos”, recalca.
Paleoecóloga o biogeógrafa según el día
“Yo soy paleoecóloga o biogeógrafa, depende del día. Pero soy ecóloga”, clarifica. “Me interesa mucho identificar patrones y tendencias del pasado, útiles para entender qué está pasando hoy con la crisis ambiental. Y así poder proyectar las tendencias de algunos ecosistemas. La información que obtenemos es importante para restaurar ecosistemas, por ejemplo”.
Su día a día supone trabajar con fósiles no muy antiguos: micro fósiles como el polen de algunas plantas, o fitolitos, o algunos marcajes moleculares que tienen permanencia en los sedimentos fosilizados. “Nos permiten obtener una cronología de los últimos 2.000 años por ejemplo, que nos ayuda a entender el impacto de los primeros pobladores sobre la vegetación hacia direcciones hoy aún desconocidas”.
El impacto de las oleadas de asentamientos que han experimentado la mayoría de islas de todo el mundo es el objeto de uno de sus trabajos recientes, publicado en la revista Science. El trabajo ‘The human dimension of biodiversity changes on islands’, del que es primera autora, concluye que la colonización humana provoca cambios en la vegetación de islas de todo el mundo 11 veces más intensos que el clima. En este caso trabajó con datos de 27 islas de todo el globo y colaboró con el ecólogo del CSIC y del CREAF Josep Peñuelas, entre muchos otros. “En el CREAF ya se han producido muchas sinergias con el equipo Global Ecology Unit y se podrán concretar muchas otras. Aparte de nuevas colaboraciones, por supuesto”, apunta.
Un laboratorio al aire libre
Cualquier isla del mundo puede ser su laboratorio, ya que un territorio aisldo funciona como un sensor para detectar cambios ambientales: “las islas siempre se han considerado entornos idóneos para hacernos preguntas evolutivas, ecológicas... pero van más allá, porque son sistemas muy simples que permiten entender problemas desde las bases”. Estudiar las cronologías de los cambios en otros espacios es mucho más complejo: le supondría remontarse mucho en el pasado y los datos son más difíciles de obtener. “Quizás una persona especialista en paleoecología o arqueología discrepará de que estoy diciendo, claro...”, exclama.
Sandra Nogué vive las situaciones desde la expansión más franca y desde la cara amable de las cosas. Hasta el punto de que una se pregunta cómo conviviría (en Oxford y en Southampton) la flema británica con la multiplicación de expresiones de alegría que caracterizan a esta investigadora de carrera intensa, trabajo constante y en expansión internacional.
Esta acción es parte del programa Severo Ochoa “ULandscape” financiado en 2019 por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación español para apoyar a los Centros de Investigación de Excelencia.