Tres años después del temporal Gloria
Hoy, 20 de enero, se cumplen tres años del inicio del Gloria, una de las borrascas que ha impactado más fuertemente en Catalunya en los últimos años. Desde la ciencia, Annelies Broekman del CREAF alerta que hemos de normalizar estos temporales y poner en marcha acciones para adaptarnos. Su visión es que la restauración de la naturaleza y la gobernanza con el territorio será aquello que nos defienda a largo plazo, porque en estos episodios extremos el río y el mar retoman aquello que es suyo y tenemos que estar preparadas para prever y pactar cómo asumir los daños inevitables. Eso representa un cambio de paradigma para la sociedad, que implica prescindir de las actividades que llevamso a cabo en las llanuras de inundación y en primera línea de mar, replantear el uso y abuso que hacemos del agua y recuperar los entornos naturales que hemos destrozado y están relacionados: las dunas, los cauces de los ríos y las zonas de transportes de los sedimentos río abajo. En este marco, la nueva ley de restauración que plantea la Comisión Europea será una oportunidad para Catalunya que no tenemos que dejar escapar.
Durante tres días hubo ventoleras de hasta 80 km/h, oleadas de siete metros de altura y lluvias y nevadas abundantes.
Miramos atrás para saber hacia donde debemos caminar. Durante tres días hubo ventoleras de hasta 80 km/h, oleadas de siete metros de altura y lluvias y nevadas abundantes. Esto, evidentemente, tuvo un gran efecto sobre la población, con paseos marítimos hundidos, pérdidas económicas en campos de cultivo, clases canceladas, el confinamiento de la ciudadanía del Baix Ter y trece personas muertas. Por otro lado, el Gloria también alteró los ecosistemas naturales, con varios ríos desbordados –como el Ter, el Fluvià y la Tordera– y la llegada de agua de mar varios kilómetros tierra adentro al Delta de l'Ebre. Ahora, con perspectiva, ¿qué hemos aprendido? Hablemos.
Un futuro con más "Glorias"
Los tres días de Glòria fueron una situación excepcional por la intensidad del temporal, aun así, hay que recordar que las gotas frías son absolutamente normales en la mediterránea. En este caso, nos encontramos ante un fenómeno conocido en esta cuenca, pero que debido al cambio climático era particularmente potente y que las predicciones nos dicen que se dará con más frecuencia. Precisamente, Broekman defiende al respeto que “tenemos que empezar a entenderlos como parte del funcionamiento del territorio catalán y tenemos que aprender a convivir con el riesgo que suponen.
"Tenemos que empezar a prescindir de las actividades que realizamos en las llanuras de inundación y en primera línea de mar" explica la experta del CREAF.
El primer paso para adaptarnos a estas borrascas es minimizar los daños que tienen sobre los bienes y las personas. "Tenemos que empezar a prescindir de las actividades que realizamos en las llanuras de inundación y en primera línea de mar, mientras redibujamos la manera en la que entendemos estos espacios, explica la experta del CREAF. Evidentemente, hará falta re-diseñar estas zonas vulnerables que quedan destrozadas después de los temporales, y pensarlo implicando a toda la ciudadanía, porque reconstruir, adaptar, reparar y restaurar los daños de estas episodios extremos conlleva unos costes económicos que serán cada vez más importantes y se tiene que valorar conjuntamente como afectarán a cada sector. Al respeto Broekman es clara: “la decisión más económica es evitar la exposición y restablecer los mecanismos naturales de protección que hemos echado a perder (como las dunas o los sedimentos de los ríos), por lo tanto tenemos que hablar e involucrarnos todas para entender que comporta y buscar soluciones que sean sostenibles en el tiempo”.
El caso del Ebro
Una de las zonas más afectadas por Gloria fue el Delta del Ebro; la barra del Trabucador quedó inundada, los barcos pesqueros no podían trabajar, se destruyeron las plataformas hombreras, los arrozales quedaron inundados... Y de todo ha quedado una consigna acuñada por la Plataforma en Defensa del Ebro: el Ebro sin sedimentos es la muerte del Delta. ¿Qué significa esto? Nuestra investigadora nos lo explica: “ElEbro es un río sobreexplotado y no llegan al mar los sedimentos necesarios para mantener el delta y sus dunas y playas. Precisamente esta forma natural es la que protege este lugar tan emblemático de los temporales y si no se restaura podemos perderla El enorme impacto que tuvo el Gloria es una muestra".
Otro punto es el uso intensivo del agua en toda la cuenca del Ebro. El río no solo escasea en sedimentos, sino que se han expandido los usos del agua, especialmente el regadío y los embalses. “La explotación que hacemos constantemente del Ebro y de sus afluentes provoca que sea cada vez más vulnerable al futuro que nos espera. Hemos visto cómo se rompía el trabucador y una vez pasado el temporal, en lugar de restaurar los mecanismos naturales que evitarían nuevas desapariciones en el tiempo, volvemos a trasladar arena y a usar soluciones a corto plazo. Es una fuga que no nos podemos permitir”, declara Broekman. Y añade, “el delta del Ebro es importante para su gente, por las especies de fauna y flora que viven o que descansan en sus migraciones y para la salud del mar; una fuente de vida imprescindible para todo el mundo.”
Rios y playas "sanas" nos protegen
En su totalidad, las playas nos ofrecen multitud de beneficios sociales y ambientales
Tener un sistema costero sano quiere decir que, en primer lugar, tendremos una barrera física para que las grandes oleadas del temporales marinos no lleguen a la ciudad y, en segundo lugar, que el agua recircule correctamente y no se inunde tan fácilmente su alrededor. Más allá de los casos puntuales de temporales marítimos, momento en que ponemos la lupa en el estado de salud del litoral, hace falta que prestamos más atención al día a día de los ecosistemas costeros y su actual degradación. Las playas son un sistema que se extiende más allá de la zona donde ponemos la toalla y que comprenden la parte de mar, la zona de arena, las dunas y los humedales y lagunas que pueden encontrarse adyacentes en las dunas – como pasa con las lagunas del delta del Prat –. Entendidas así, en su totalidad, las playas nos ofrecen multitud de beneficios sociales y ambientales como son el ocio, el oasis de biodiversidad en medio de las ciudades y la protección, precisamente, ante los temporales.
Lo mismo pasa con los ríos, insiste Broekman, “las avenidas de agua tienen una función regeneradora para el río y permiten la recarga de los acuíferos. Además, movilizan los sedimentos que alimentan las playas y frenan la erosión que vemos en todo el litoral catalán. El problema es que hemos construido al lado y los hemos deteriorado y se hace difícil que cumplan esta función sin causar daños. Tenemos que ir hacia un modelo social y económico que ponga en valor los sistemas naturales y nos haga recuperar todas estas protecciones que nos ofrecen. Tenemos que proteger la naturaleza para que podamos seguir viviendo en el territorio y cada día tenemos más conocimientos y herramientas para hacerlo. Pongámonos a ello".