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Los ecosistemas de tipo mediterráneo pueden ser uno de los espacios más afectados por los efectos del cambio global. De hecho, ya se están observando cambios importantes en el régimen de incendios y de episodios de sequía. Aunque la vegetación mediterránea está adaptada a estas perturbaciones, se está observando que el aumento de su frecuencia e intensidad puede llevar a nuestros ecosistemas a superar un umbral crítico en el que el ecosistema ya no podría recuperar sus características iniciales . Una situación nueva que puede tener consecuencias aún no conocemos.

El CREAF y el CTFC lideran un proyecto para evaluar y comprender qué determina la resiliencia de los ecosistemas mediterráneos ante las perturbaciones. El investigador del CTFC Enric Batllori ha recibido una beca Marie Curie IIF para estudiar los mecanismos que modulan la dinámica de estos ecosistemas después de espisodis de sequía e incendios, y qué implicaciones puede tener la alteración de su régimen (frecuencia, intensidad ) en el contexto del cambio climático. La investigación analizará específicamente qué sucede cuando estas dos perturbaciones actúan simultáneamente, y si pueden tener efectos sinérgicos que alteren los procesos de recuperación del ecosistema.

"El conocimiento que surja del proyecto lo introduciremos en modelos matemáticos que serán capaces de simular los efectos de las perturbaciones sobre los ecosistemas", comenta Lluís Brotons, investigador del CTFC asociado al CREAF "si somos capaces de simular cómo se comporta un ecosistema ante episodios de sequía e incendios, podremos identificar los puntos de inflexión que nos alertan de que se ha superado el umbral crítico y que se pueden producir cambios dramáticos y sorprendentes en sus características. De hecho, esto debe servir para adaptar las políticas de gestión y conservación de cara a preservar la diversidad y servicios ecosistémicos que el espacio natural mediterráneo nos ofrece".

Perturbaciones cada vez más frecuentes, extensas e intensas

El cambio global está alterando el régimen de perturbaciones que afectan a nuestros espacios naturales. Los investigadores tienen evidencias de que cada vez son más frecuentes, extensas e intensas, y que, por tanto, están provocando cambios profundos en nuestros ecosistemas que deben estudiarse detenidamente para responder con políticas de gestión del territorio y la biodiversidad adaptadas a esta realidad.

Uno de los fenómenos que han observados los científicos es que los ecosistemas son resilientes y pueden recuperar su estado inicial después de una perturbación. Pero lo hacen hasta un límite. Aunque es muy difícil predecir los efectos que puede tener sobre un ecosistema la interacción de más de una perturbación, o conocer exactamente cómo se está alterando el régimen de perturbaciones, los expertos saben con seguridad que los ecosistemas tienen un umbral crítico en partir del cual ya no pueden soportar más el efecto de las perturbaciones, no son capaces de recuperar el estado inicial y hacen un cambio abrupto hacia otro estado. Este cambio brusco puede tener implicaciones muy profundas en la gestión y la conservación de un ecosistema y alterar los servicios ecosistémicos que el espacio natural nos ofrece.